Se abrieron las Puertas de los Leones para rendir homenaje a "un guardián de la democracia" y también con ello las puertas de la memoria para muchos periodistas testigos de su paso por la política. Entraba en la Villa y Corte para estudiar Periodismo y Comunicación Audiovisual, en plena agonía del dragón franquista, con sus últimos sangrientos coletazos, cuando me crucé con un señor de porte erguido, alto, mezcla de seriedad e ironía indisimulada, era el que luego conocería como presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo. Me encontraba el 23-F de 1981 dirigiendo y presentando en directo, en la entonces Radio Juventud de Madrid el programa ‘Tiempo de Universidad', cuando recibimos la noticia del asalto al Congreso por el tristemente célebre Tejero, Ernesto Pérez de Lama, director de la emisora, nos recomendaba seguir tal cual para dar idea de normalidad, cuando las tripas periodísticas nos, resonaban con el ansia de dar información sobre lo que ocurría, aunque pudieran detenernos. Terminada la emisión acudí a vivir personalmente desde el hotel frente a las Cortes el suceso, con miedo, naturalmente, ya que como militante antifranquista universitario que había sido y con datos fijados en la Dirección General de Seguridad, temía un retroceso.

Recuperado el pulso democrático, en la mayor manifestación que se recuerda en Madrid, junto al asesinato de los abogados de Atocha por la extrema derecha, o el entierro de Tierno Galván (‘el viejo profesor' y alcalde), acudía con el clásico ‘cassette' philips, joya de la época con su nivel de ganancia y ‘vúmetro' de medida. ¡Horror, había olvidado el conector que adaptaba el cable del micrófono al aparato! Con los dientes rompí el cable, acudí al bar más próximo por un palillo de dientes para introducir los cablecitos en las ranuras correspondientes aprisionados por las maderitas y con una mano arqueada y la otra micro en ristre me situé en cabeza de manifestación para entrevistar a los líderes políticos, entre ellos el amable Leopoldo Calvo Sotelo, presidente ya del Gobierno español. El antes vicepresidente había sido elegido candidato a presidir el ejecutivo por su partido, la Unión de Centro Democrático tras la dimisión de Adolfo Suárez, con quien compartió la organización desde sus orígenes, y ahora compartía las horas duras de deserciones, baronías, y acoso y derribo por el PSOE. Si bien hay que decir, menos duras, por su talante conciliador,  dialogante y poco dado a la crispación política.

En el verano de 1982, 21 meses después, Calvo Sotelo interrumpe sus vacaciones para adelantar las elecciones del 28 de octubre. En esta fecha, ya en Radio Nacional de España, con el mismo programa radiofónico pero con cobertura estatal, me encargan cubrir la sede de UCD, justo detrás de las Cortes. Conocida la derrota electoral del partido centrista y victoria aplastante del socialista, subía por el ascensor a atender la abarrotada rueda de prensa, le pillé, "cassette philips" en mano, (esta vez con el conector correspondiente) metiéndome en el ascensor y sacando las primeras declaraciones a quién dejaba de ser presidente del Gobierno, y derrotado, si bien el cabeza de turco electoral había sido Landelino Lavilla. Tuvo a bien con su bonhomía, caballerosidad, y mente preparada para la entrega de poderes, atender a un joven y desconocido periodista que se le había colado en el ascensor y al que fácilmente podía haber remitido a la posterior rueda de prensa. Obtuve así, gracias a él, sonada primicia en RNE, que rápidamente envié, vía conexión telefónica al control central de la emisora, para después como el común de los colegas asistir a la histórica rueda de prensa y desplazarme a renglón seguido, frente a las mismas Cortes Generales para vivir ‘in person' la celebración del no menos histórico triunfo de Felipe González y el Partido Socialista Obrero Español, a tan solo siete años de haber sido elegido secretario general en el Congreso de Suresnes.

La "esfinge", como le bautizó el escritor y dibujante humorista Peridis, se dispuso con su carácter enigmático, serio, pero cargado de una fina ironía y humor, propia de quién tiene conocimientos, sólida cultura y experiencia en las relaciones humanas, a preparar la transición al Gobierno socialista cooperando con gratuitos y sabios consejos para hacer una entrega de poderes normal, y sin traumas, transmitiendo la tranquilidad y seguridad que le caracterizaron. Su experiencia política le acreditaba, Procurador en las Cortes franquistas, alineado rápidamente en las filas de la transición, tras ser ministro de Comercio con Arias Navarro, Ministro de Obras Públicas, de Relaciones con las Comunidades Europeas y vicepresidente segundo para Asuntos Económicos. En su corta vida de presidencia de Gobierno, afronta la preparación para la entrada a la CEE, el protocolo de adhesión a la OTAN, la ley del divorcio, o la bienvenida a España del Guernica de Picasso. El primer presidente fallecido de nuestra democracia ha sido despedido con el respeto y admiración de toda la clase política, él hablaba siempre de adversarios nunca de enemigos, de ahí que el nuevo presidente del Congreso, José Bono, lo haya calificado como "hombre de sosiego, gran caballero y español".

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