Francisco Fernández SevillaA lo largo de las últimas semanas estamos siendo testigos de un hecho singular. Venimos oyendo cómo nuestra economía comienza a presentar síntomas que pueden hacer pensar que vamos a mejor y que las reformas que el Gobierno de España está llevando a cabo  (impuestas, no negociadas, haciendo uso de su mayoría absoluta y de una técnica legislativa de emergencia) están empezando a dar sus frutos.

Pudiera parecer que al repetir el mensaje, este se materializase. Pudiese considerar el PP, como partido que sostiene al Gobierno, que es tiempo de cambiar el registro comunicativo y que deben radiar, a modo de “brotes verdes”, las bondades de sus ajustes, de sus políticas, de sus logros. Los más osados justifican este cambio de parecer en el discurso oficial, sobre la base de un cambio en los indicadores económicos, tomando como base los datos de paro de mayo. Otros prefieren adelantar el medio plazo y sobre la base de “informes técnicos” proceden, junto con el Gobernador del Banco de España, a afirmar que la economía podría crecer en el tercer trimestre (julio/septiembre), coincidiendo con la temporada alta turística.

Y ello, aún asumiendo con la boca pequeña, lo que no es posible hacer desaparecer, aunque no le pongan rostro: “el impacto contractivo a corto plazo del ajuste fiscal sobre la actividad económica” tal y como dice el Gobernador Linde, o lo que es lo mismo, los miles de millones de euros de destrucción de riqueza y empleo que junto con la política de recortes del PP, se traduce en una bomba detrás de otra y está convirtiendo nuestra economía en un auténtico erial.

Lo que todavía no está claro, al menos los ministros del ramo, Guindos y Montoro, nos dan “una de cal y otra de arena”, es si vamos a tener que asumir nuevas y duras condiciones que los organismos internacionales consideran imprescindibles para la economía española. De hecho, en los mentideros de Moncloa, dicen, que están muy enojados, con el FMI y su último Informe para España. Ahora que se comenzaba con una campaña de comunicación cuyo eslogan pudiera ser ” el biorritmo del paciente comienza a equilibrarse lo que nos viene a dar la razón”, llega la señora Lagarde con sus hombres de negro y nos dice que: una vuelta de tuerca más a la reforma laboral es inexorable, mayor flexibilidad salarial (mayor devaluación), mayor flexibilidad en el despido(reducción de las indemnizaciones por despido) y no olviden las políticas pasivas del mercado de trabajo, a saber: prestaciones por desempleo y pensiones (futuras y actuales).

¿Un jarro de agua fría o simplemente lo que se esperaba que pasase? Quien considere que este Gobierno no dispone de una hoja de ruta se equivoca de raíz (cosa distinta es que sea diametralmente opuesta a su programa electoral). Quien considere que este Gobierno no ha perfilado su Programa de Estabilidad y sus Programas Nacionales de Reforma con la Troika y con algunos grupos de presión poderosos económica y financieramente, también se equivoca. Se trata de posicionamientos paralelos y alineados sobre una base principal: dar la mayor profundidad posible al mercado, darle camino que recorrer y capacidad para que ocupe el espacio de lo público.

En este sentido, las reformas sobre las administraciones públicas, o el nuevo “diseño estratégico” que el ministro Wert pretende hacer con la política educativa son muestras evidentes de que además de mantener, a pesar de los millones de desempleados, la máxima de  la consolidación fiscal como referente también pretenden conformar una nueva sociedad española. Además de la política económica, este Gobierno hace política, a secas y en minúsculas, pero política a fin de cuentas.  Una política con un fuerte condicionante o sesgo ideológico; lo que implica que aunque su obligación sea gobernar para todos y todas (y de una manera incluyente) la realidad nos demuestra que discrimina, que excluye y que asume que su política provoca numerosos damnificados. Entre ellos, hasta la propia democracia y sus valores, que comienzan a estar arrinconados y en estado de franca recesión.

Cosa distinta, y a tenor de lo que hasta ahora lleva andado este Gobierno parece que no tiene ningún interés sea hacerlo con el máximo consenso posible. Y en este sentido, cada vez queda más claro y evidente que necesitamos  un consenso político y social  incluyente para el crecimiento económico y por el empleo.

Las prioridades del gobierno de España deben cambiar. La urgencia está en generar empleo y en luchar contra la pobreza. La reforma laboral tiene el dudoso honor de haber sido el vehículo a través del cual se ha facilitado la destrucción de 850.000 empleos en un año. Las políticas de recortes sin fin están provocando el incremento vertiginoso de la pobreza infantil: un millón de niños y niñas con desnutrición.

El problema está en la incapacidad del Gobierno para llevar a cabo reformas de consenso. No es posible salir de este agujero sin la participación y el compromiso de todos. Y para ello el futuro se tiene que construir promoviendo una mejora de la gestión económica pero con propuestas de mayor eficiencia social y con un gran pacto político, económico y social por el empleo, que también incluya a las Administraciones Públicas.

En Andalucía, nuestras demandas no difieren en mucho de las que realizamos a nivel nacional. De hecho el mes pasado , coincidiendo con una movilización a nivel europeo en defensa de una Europa más social y democrática, los sindicalistas de UGT y CCO en Andalucía llevamos a cabo la “Marcha por el empleo”. Con esta acción queríamos llamar la atención de la necesidad prioritaria que tiene nuestra Comunidad de poner todos los recursos presupuestarios presentes y futuros en políticas de empleo y en emergencia social. Y en este sentido, no es baladí , el impacto de poner de acuerdo y coordinar los presupuestos de todas las administraciones para este objetivo. Cosa que por cierto, hasta ahora, está siendo muy complicado por no decir imposible.

Y este sería un primer paso, pero no el único. El necesario programa de recuperación económica que necesita la economía española debe venir de la mano del acuerdo, del consenso, del impulso de los agentes económicos y sociales, de la coparticipación de la sociedad civil y del compromiso cierto de las entidades financieras y de las grandes empresas.

La gran clave de bóveda sobre la que reconstruir  lazos, tejer confianzas, impulsar esperanzas que fomenten una actividad económica innovadora, creadora de empleo y riqueza debe ser asumir como columna vertebral de la sociedad a la que queremos llegar el principio de igualdad de oportunidades como elemento sustancial sobre el que debe pivotar la tan necesaria, y a la vez tan debilitada, justicia social.

En esa lucha, día a día, nos encontraremos muchos sindicalistas porque sabemos, a ciencia cierta, que es un esfuerzo que merece la pena.

Francisco Fernández Sevilla. Secretario General UGT de Andalucía