El Hotel Spa Convento Las Claras combina gastronomía, visita a bodega, cata de vinos, piscina de verano y circuito termal

 Ubicado en la localidad vallisoletana de Peñafiel, en pleno corazón de la Ribera del Duero, el establecimiento situado en lo que fue el antiguo convento de las Clarisas del siglo XVII, ofrece todo lo necesario para gozar de una refrescante escapada de verano, en el corazón de la Ribera del Duero. Como colofón, este mismo sábado abre al público la carpa del Balcón de la Ribera, el restaurante de verano del hotel.

CFoto_MunozromeroRVEDIPRESS_lasclaras_verano_9072013_02on la llegada del verano, el Hotel Spa Convento Las Claras ya tiene disponible su magnífica piscina exterior y la carpa del Balcón de la Ribera, el restaurante de verano del hotel que abre sus puertas el próximo sábado 13 de Julio, con el valor añadido de que ambos cuentan con privilegiadas vistas al Castillo de Peñafiel. Combinado con el acceso al circuito termal del Spa Sólo Sentidos, las visitas a bodega con cata de vinos incluida y o al Museo Provincial del Vino, hacen de este espacio uno de los mejores destinos para una escapada de verano.

 Se trata de una buena oportunidad para escaparse hasta la Ribera del Duero y disfrutar de espacios como el acogedor claustro del hotel o el Restaurante Conde Lucanor, ubicado en la antigua capilla del convento, donde se puede degustar su magnífica carta de verano, donde se combinan sabores tradicionales con las presentaciones más innovadoras.

En un lugar que invita al descanso y la paz del alma no podía faltar el deleite para el cuerpo a través de su spa Sólo Sentidos. Equipado con sauna, bañera de hidromasaje, baño turco, duchas escocesas, piscina con hidromasaje y cabinas de masaje, ofrece diferentes programas de relax, terapias y tratamientos que ayudan a conseguir salud y bienestar, que el cliente puede disfrutar, además, mientras degusta las infusiones y zumos que se ofrecen en el spa.

Tampoco debemos dejar pasar la oportunidad de visitar la Bodega Convento de Las Claras, ubicada en la cercana localidad de Curiel de Duero. Esta bodega se asienta sobre dos pilares fundamentales. Por un lado, la gran calidad de un viñedo con más de 90 años, dedicado única y exclusivamente a la variedad autóctona de la zona, la uva tempranillo. Sin olvidar la adquisición de un parque nuevo de barricas de roble francés en su mayoría. En este sentido, cabe destacar que el primer vino elaborado por la bodega, un joven roble elaborado a partir de la cosecha 2011, ha alcanzado los 93 puntos Parker en la guía The Wine Advocate, lo que da buena cuenta de la seriedad de este proyecto enológico.