Por la trascendencia mediática y por lo que se ha querido implicar a los medios de comunicación, además de la trascendencia social, voy a dedicar en esta ocasión el artículo de nuestra revista a la violencia en el fútbol. Lo ocurrido en Sevilla es para sentir vergüenza por los ejemplos de unos directivos al frente de organizaciones de masas, unos por su pasado, otros por su presente. Se ha insinuado que gran parte de la violencia acontecida se debe al trato de los medios de comunicación, lo que además de absurdo, echa balones fuera acerca de la verdadera responsabilidad deportiva e institucional. Se calentó el derbi con una irresponsabilidad que asusta por parte de los que deben anteponer la seguridad de vidas humanas.

Pero en el encuentro de Heliópolis, al margen del acontecimiento, que produce bochorno de solo escribirlo, de la esfigie presente del "faraón" Lopera, ausente animadamente una vez más del palco, hubo otro acontecimiento que pasó desapercibido a los medios de comunicación y en el que están implicados representativamente. Me refiero a lo ocurrido en Fondo, enfrente de preferencia, justo donde se sitúan los periodistas deportivos. Dos jóvenes con el peto de prensa, uno con cámara de foto, el otro sin ella, desplegaron desde el césped una pancarta de inmensas dimensiones con la imagen del Presidente del Sevilla entre rejas en la cárcel de Alhaurín, arengando a continuación a las masas béticas y pidiendo se pasara el gran diseño gráfico entre las gradas, desde el mismo campo, con la pasividad de los miembros de seguridad, los mismos que en otros partidos arrancaron modestas pancartas en contra del máximo accionista bético. ¿Quién dio estos petos a supuestos periodistas y con qué fin?. La asociación de la prensa debería indagar y pedir responsabilidades por estos hechos que supone la utilización del ejercicio profesional imparcial, en sucesos que incitan a la violencia.

Tiene razón el profesor de sociología de la Universidad de Santiago, Miguel Cancio, con quien tuve ocasión de compartir "Tiempo de Universidad" en Radio Nacional, en inolvidables aportaciones desde Galicia, cuando habla de "hooligans virtuales y simbólicos". Se refiere el exfutbolista, colaborador de Lendoiro y escritor contra la violencia, a los dirigentes e instituciones que permiten con su anuencia el actual estado de cosas. Lo que también afecta a la sociedad entera, ante la permisividad en las escuelas, en las familias, en el gobierno y en los organismos antiviolencia. Hay pues asimismo responsabilidad institucional ante la sensación de impunidad en la que se sienten inmersos muchos jóvenes, desde la "kale borroca", las concentraciones "pro móvil" hasta los campos de fútbol donde se permiten las entradas sin el control debido, a lo que el profesor Cancio llama "dejadez en el efecto ejecutivo represivo para prevenir".

Es sencillamente penoso por no decir de deliberada "estulticia" declarar como hizo el presidente León de "hecho aislado", o como el triste protagonista – consejero "Villarán" (¡márchese sr. Villarán!…), al declarar que habría que investigar sobre lo que realmente produjo el botellazo al entrenador del Sevilla Juande Ramos. No fue un hecho aislado, solo fue el que acertó en la diana pero hubieron muchos más objetos lanzados al campo. Y después para mayor ironía y evitar responsabilidades se quiere criminalizar como único responsable al tildado de "energúmeno". Con independencia de lo que le pueda o no caer a este ‘chivo expiatorio' (tan sólo responsable final de lo que hizo) hay otros culpables anteriores, son aquellos que desconocen lo más elemental de seguridad y prevención ciudadana, son aquellos que desde las competencias en Comités deportivos, Liga de Fútbol Profesional, organismos antiviolencia o Delegaciones de gobierno, etc, deben ganarse el sueldo, anteponiendo el interés colectivo a otros intereses que les haga creer que quedan mejor inhibiéndose. Los mismos que permiten al frente de organizaciones de masas a personas proviolencia en lugar de inhabilitarles, por muy dueños que sean. Hay de igual modo una responsabilidad gubernamental, la anunciada y nunca sacada ley "antiviolencia", pero el gobierno a lo que parece anda ocupado en otros menesteres.

El caso es que algo pensado para el juego limpio, el fútbol, que diría Albert Camus, exfutbolísta por cierto (también citado por Cancio), además de escritor y pensador por la lucha del ser humano y sus cualidades positivas como la dignidad y la fraternidad, se ha convertido en algo tan lejano a "todo lo que sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol". De destacar la caballerosidad del deportista agredido Juande Ramos, al afirmar al salir del hospital, "los que debemos poner cordura somos los que más gasolina hemos echado al fuego y somos los verdaderamente culpables de esta situación". Pero existen más, el propio Camus lo dejó dicho: "Inocente es quien no necesita explicarse" y aquí han habido demasiados que se han explicado fuera del tiempo de juego.