Me comenta un lector que mis artículos dan “caña”. No es mi intención a priori. Desde que el periodismo es tal, los artículos de opinión se suponen que al establecer comentarios, se posicionan sobre lo que uno observa adecuando “el objeto a la realidad”, o sea procurando ser objetivo dentro de la subjetividad. Sin manipulación intencionada alguna. El artículo anterior lo escribía a caballo de nuevas noticias en el futuro Consejo Audiovisual, sobre el que cabe la esperanza de un acuerdo y algún nombramiento por consenso entre los partidos políticos y el resto por cuota parlamentaria. La Asociación de Telespectadores de Andalucía (ATEA), pidió al menos el 50 % para la sociedad civil, (asociaciones, representantes de la Universidad, instituciones y empresas ligadas al mundo audiovisual), además de potestad sancionadora y no solo asesora.

A los Consejos Audiovisuales, nacional y autonómico no les faltará faena; un reciente informe del Observatorio de Contenidos Televisivos y Audiovisuales, (OCTA), que agrupa diferentes asociaciones de telespectadores, entre ellas la andaluza, estudiaron el pasado mes de mayo la franja de especial protección infantil de 17,00 a 20,00 horas. El resultado catastrófico para los objetivos del código de autorregulación televisivo y de protección a la infancia, firmado entre el gobierno y las televisiones, con el visto bueno del Defensor del Pueblo. Televisión Española incumple el sistema de señalización de la edad recomendada de los programas en 257 ocasiones, A3 con 118 y Telecinco con 110. Es decir, que la pública es la que menos ejemplo da sobre escenas de violencia, sexo o contenidos eróticos, lo que no le impide haber cerrado ese mismo mes con un mínimo histórico en audiencia, por debajo de Telecinco y Antena 3. Canal Sur TV es para ATEA, la que más se ajusta al código de autorregulación, siendo además la líder en Andalucía de audiencia. Habrá que apuntarle un tanto al amigo Joaquín Durán, su jefe de Antena, para cuya televisión los Populares piden una Comisión de Investigación denunciando “corrupción informativa” y “trama de influencias” en la contratación de programas, a cuyo frente “se encuentra el Queipo de Llano de la política andaluza que arenga desde Canal Sur”…(por Rafael Camacho), salvando las distancias y la formación académica supongo. El director de Programas y Contenidos de TVE, Pablo Carrasco ha anunciado que “TVE no quiere perder un espectador más”; después de sus 16 años en Canal Sur quiere llevar las últimas experiencias andaluzas a la primera, entre ellas “eliminar la telebasura”, habrá que esperar acontecimientos y share…

La sociedad está alarmada por la violencia que se produce ante profesores y acoso entre escolares que por cierto también se produce a través del móvil; el creciente número de agresiones en los centros educativos ha levantado voces reclamando un profundo debate entre profesores y organismos, escuchando a los alumnos. Iñaki Piñuel ve en la impunidad frente a los comportamientos violentos una de las causas, dar prioridad a la participación de los niños en la resolución de sus problemas una de las soluciones, aplicando prácticas de éxito empresarial como técnicas participativas y de animación. Amnistía Internacional ya denunció en el año 2002 contenidos violentos en los videojuegos y en la publicidad de los mismos. La Unesco en 1998, presidida a la sazón por Mayor Zaragoza, debatió en un foro internacional sobre la violencia a través de la televisión, en la consideración de que este medio promueve la idea que la violencia es algo normal. Siempre he defendido que ante estos grandes problemas el mejor antídoto es poner el punto de mira en la educación, “enseñarles a ver, entender y trabajar con la televisión a lo niños”. La psicóloga infantil, María Luisa Ferreros en su libro Enséñale a ver la Tele, ve como alternativa a las horas de los niños ante los videojuegos, internet y la televisión, (esta última la que más influye en los niños), la educación en el consumo con la participación de los padres. Se echan en falta programas en la propia televisión que eduquen en su consumo, que informen sobre los efectos de la violencia y que entretengan en la tolerancia. TVE prepara un concurso, Al Volante para formar buenos conductores. No es mala iniciativa.

En la línea de Piñuel, la sociedad no solo los centros educativos, es permisiva en su hipocresía, de la que tampoco se libra la clase política. Por una parte restricción al uso de móviles, velocidad, utilización de cascos, retirada de carnets, etc. Por otra, venta de coches sin carnet, pasotismo ante el anarquismo de motos y bicicletas por la vía pública, sin encontrar claramente responsables, que subsidiriamente en lo punitivo podría recaer en los padres educadores, al menos económicamente; o por ejemplo se intenta “criminalizar a los jóvenes”, desde la Fiscalía, o los alcaldes andaluces reunidos, pidiendo a la Junta soluciones legales a la “botellona”, al tiempo que no se ofrecen alternativas eficaces y se tolera en el mercado los coches “Tuning” con sonidos y luces que impiden la conducción normal, y además fomentan concentración de botellonas.

Quiero terminar con otro fenómeno, éste más refrescante para un verano caluroso que se nos viene con políticos discriminados en positivo por ETA, y jueces que no ven terror en los cócteles molotov, me refiero al ascenso del Cádiz, y sobre todo a la conquista de la Copa del Rey por el Real Betis Balompié. Tiene razón mi compañero de Facultad y bético, profesor Ramon Reig, sobre la ciudad tomada pacíficamente por ciudadanos que celebran algo importante para la ciudad y Andalucía. Entiendo que el triunfo histórico del Betis ha resucitado un sentimiento también histórico, de un club humilde y popular, en una ciudad que tomada por Queipo de Llano y sus amenazantes proclamas radiofónicas, celebraba el triunfo de una batalla republicana, diciendo “Viva er beti”. La celebración del segundo ¡Gool! Por el presidente Chaves con la complicidad sonriente del Rey, sintetizando por un instante los colores de Andalucía con los del equipo bético, tiene mucho que ver con esos sentimientos que poco después desbordaron Sevilla.