Los aparatos voladores hechos por el hombre han sido siempre mi pasión. Desde pequeño tuve claro que mi futuro tendría que estar ligado a la aeronáutica o al espacio. Fui alumno de la segunda promoción de ingenieros aeronáuticos de Sevilla y al terminar la carrera, tuve la oportunidad de continuar mi formación en Estados Unidos con estudios de doctorado en el California Institute of Technology. Después de nueve años de formación universitaria en España, Francia y Estados Unidos, me ofrecieron un puesto de ingeniero en uno de los laboratorios de ingeniería aeroespacial más prestigiosos del mundo, el Jet Propulsion Laboratory de la NASA en Pasadena, California. Ésta era una oferta que no podía rechazar y desde hace tres meses, soy parte del grupo de Propulsión Eléctica, encargado de desarrollar nuevas tecnologías para futuras misiones de exploración del sistema solar.
Desde esta ventana, intentaré cada mes dar a conocer un tema de interés de la industria aeroespacial. Una industria que tiene poco más de 100 años pero que ha impulsado muchas de las revoluciones tecnológicas del siglo XX y que a buen seguro, lo seguirá haciendo bien entrado en el siglo XXI. El hombre siempre ha soñado con volar y este siglo hemos llegado a lugares inimaginables para aquellos pioneros de la aeronáutica como los hermanos Wright o Charles Lindbergh. Además de haber alcanzado uno de las mayores ambiciones de la humanidad, las innovaciones de esta industria llegan a todo el público. Solo tenemos que pensar en la cantidad de objetos hoy en día que usan semiconductores, materiales compuestos y muchas otras innovaciones desarrolladas principalment por esta industria. Como curiosidad, la primera cámara digital fue desarrollada en el Jet Propulsion Laboratory y tomó la primera foto de Marte desde un vehículo espacial (el Mariner IV), de esto hace ya casi 50 años. En aquel tiempo, el procesamiento de datos era tan lento que a los ingenieros se les ocurrió tomar las tiras de datos, colocarlas en una pared formando una matriz y colorear a mano cada dato según el color que tenía asignado. De esta forma la primera foto de Marte se procesó antes de forma manual que por medio de un ordenador. Mucho ha llovido desde entonces y ahora sería impensable desarrollar proyectos aeroespaciales sin la colaboración preeminente de la informática, otra de las grandes industrias del siglo XX y XXI.
Andalucía, desde mi punto de vista en la lejanía, en los últimos años ha apostado de manera decisiva por la industria aeroespacial. Está en nuestro propio interés el fomentarla y hacer que siga floreciendo ya que esto contribuirá al desarrollo de otros sectores de producción y a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y ciudadanas de nuestra tierra. Como andaluz, me siento orgulloso e invito a todos a sentirnos orgullosos de formar parte integral de uno de los grandes avances de nuestra época.
Alejandro López Ortega, Doctor en Ingeniería Aeroespacial