Aprovechando que el presente número de la revista va dedicado al empleo, quisiera pararme en uno de los programas ‘estrella’ que la Consejería de Empleo de la Junta de Andalucía, a través del Servicio Andaluz de Empleo, pone en marcha todos los años como medida de fomento de empleo.

Hace ocho años aproximadamente, escribí un artículo en Agenda de la Empresa cuya cabecera fue cariñosamente titulada ‘La niña bonita’.

La niña bonita cumplía en aquella época 15 años, cuyo nacimiento surge fruto de la imaginación del señor Peridis y con el apoyo del Gobierno de Felipe González a través de la Dirección General del INEM de aquella época.

‘La niña bonita’ hacía referencia al programa que regulaba el funcionamiento y tramitación de Escuelas Taller y Casas de Oficios, cuyo carácter experimental se iniciaba en el año 1985, siendo un producto ‘made in Spain’, exportado al resto de Europa y cuyo éxito fue considerado como un eficiente instrumento de cooperación internacional; siendo incluso autorizado su desarrollo en territorio extranjero como producto nacional, por el Consejo de Ministros celebrado el 27 de agosto de 1993. Este tipo de programas nace, según refleja su propia normativa, como una medida de fomento del empleo juvenil, a través de la formación en alternancia con el trabajo y la práctica profesional en actividades relacionadas principalmente con la rehabilitación del patrimonio, el medio ambiente, la recuperación de oficios artesanales… y, en definitiva, toda actividad de utilidad pública e interés social.

Pronto le nacería un hermano a la ‘niña bonita’. Fruto de los celos, dicho nacimiento fue concebido vía Real decreto 282/1999 de 22 de febrero. Su madre, el Instituto Nacional de Empleo, y su padre, el Gobierno de José María Aznar. A este programa de fomento e inserción laboral le llamaron ‘Taller de Empleo’. Podríamos decir que nació con la misma filosofía que las Escuelas Taller y Casas de Oficios, pero destinado a personas mayores de 25 años.

Con toda la ilusión y derecho legítimo del mundo, durante varios años, la Junta de Andalucía reivindica la gestión de las Políticas Activas de Empleo al Estado. Dicha reivindicación es apoyada por todos los andaluces por unanimidad, dado que es nuestra obligación gestionar nuestro propio destino. Se consigue el tan ansiado traspaso de competencias en políticas activas de empleo del Estado a la Junta de Andalucía.

En dos años de gestión autonómica, hemos pasado de tener dos convocatorias anuales -junio y diciembre-, a sólo una en diciembre.

La gestión de pagos a los ayuntamientos antes era casi automática -aproximadamente a los 20 días del inicio de cada fase semestral-, actualmente los pagos han sido modificados perjudicando considerablemente la supuesta ¿autonomía financiera? de los ayuntamientos.

En apenas dos años los profesionales que preparan este tipo de productos han sufrido caprichosas modificaciones en el formato de entrega del proyecto, siendo publicados los nuevos formatos el mismo día de inicio de solicitud y sin apenas tiempo para la reacción.

El inicio de los programas cada vez se retrasa más, en concreto este año 2007, imagino que por motivos electorales, los programas solicitados en diciembre de 2005 van a empezar en febrero o marzo de 2007. La normativa publicada en BOJA comunica expresamente que han de ser resueltos todos los expedientes antes de seis meses de ser entregada su solicitud.

Ante la tan ansiada transferencia de competencias, este producto estrella que tanto mimaba el Instituto Nacional de Empleo, formato puramente español, transportado al extranjero como éxito total, ‘la niña bonita’ del INEM que tanto trabajo costó a los andaluces gestionar desde nuestra tierra, nos la estamos cargando.

¿Por qué se empeña la Junta en destruir un producto que funciona bien? ¿Existen celos y se quiere dar la imagen de un producto nuevo y original de la Junta de Andalucía? Las modificaciones se hacen para mejorar, no por impulsos a caprichos electorales.

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