La crisis se está convirtiendo en un recurso fácil bajo el amparo del cual se justifican muchas acciones, la mayor parte de ellas injustas y perjudiciales para el mismo sector de la población, los trabajadores y trabajadoras. Pero igual que sucede con un rumor que por más que se repita no acaba convirtiéndose en verdad si su origen es una mentira, la crisis no puede convertirse en la tormenta perfecta de la que se vale continuamente el Gobierno para arrasar con el estado social a golpe de recorte.

Francisco Carbonero
Francisco Carbonero

Eso es precisamente lo que ha pasado con los Presupuestos Generales del Estado para 2014 presentados por el gobierno central, a los que ha llamado, irónicamente, los “presupuestos de la recuperación”, porque ya me explicarán ustedes cómo se recupera una ciudadanía si en lugar de invertir en educación, en sanidad, en dependencia y en creación de empleo, se siguen haciendo recortes sobre recortes en los servicios públicos que son los que garantizan la igualdad.

El Gobierno no ha tenido reparo alguno en volver a cobijarse en la todopoderosa crisis para justificar unos presupuestos que recortan en prestaciones y políticas activas de empleo para las personas desempleadas, con menos inversión en I+D+i y con un ataque frontal a los pilares del sistema democrático como son la educación y la sanidad.

Unos presupuestos que a las personas que dependen directamente de las arcas públicas les reduce y congela de manera sistemática sus salarios por quinto año consecutivo y que merma la subida de las pensiones hasta el punto de no garantizar el poder adquisitivo de las 9 millones de personas pensionistas que hay en España.

Por todos es sabido que en el sur hace buen tiempo pero me temo que en este caso Andalucía no ha sido inmune a la tormenta y ésta se ha convertido en ciclón al tocar nuestra tierra. Pero lejos de quedarnos en casa viendo cómo la lluvia destruye los servicios públicos y sociales de los andaluces y andaluzas y convierte en papel mojado los derechos laborales de la ciudadanía, toca, una vez más, ponerse el impermeable  y salir a la calle a mostrar nuestro rechazo ya que con 29.619 millones de euros, más de 1.200 millones de euros menos que en el ejercicio anterior, se hace casi imposible que los presupuestos autonómicos puedan garantizar la viabilidad de las políticas sociales, la reactivación económica y la creación de empleo.

Es cierto que la Junta de Andalucía tiene las manos atadas pero cuando se trata del futuro de Andalucía y de los andaluces y andaluzas no cabe el buenismo y, me temo, que el Gobierno andaluz está haciendo una política equivocada frente al gobierno central y no está haciendo ningún esfuerzo por desatarse de las políticas ruinosas del PP. De hecho, en lugar de tener una  actitud valiente y beligerante para defender Andalucía, ha optado por resguardarse de la tormenta y ve la lluvia caer a través del cristal de la conformidad.

En CCOO no tenemos atadas las manos ni silenciada la voz y así se lo hemos hecho saber al Gobierno andaluz, al que le hemos mostrado nuestro desacuerdo con unos presupuestos autonómicos injustos e insolidarios que, en la senda de los PGE, debilitan igualmente los dos servicios públicos más importantes, con recortes de 174 millones en sanidad, y 149,5 millones en educación, al tiempo que mutilan el sistema de dependencia con 16 millones de euros menos, lo que supone que más de 53.000 mil personas lo tengan muy difícil para salir de la lista de espera a pesar de tener reconocido el derecho. Aún reconociendo el esfuerzo del Gobierno autonómico en partidas encaminadas a garantizar el derecho a la vivienda con un incremento de 11,6 millones de euros y a garantizar el salario social con un incremento de 70 a 90 millones de euros, no es suficiente para dar cobertura al número de personas, cada vez más elevado, que lo necesitan.

Es cierto que la situación de desesperación aumenta por momentos pero la caridad tampoco es la solución, nunca lo ha sido para garantizar la igualdad, por eso la Junta debería de dejar de anunciar medidas más propias de la beneficencia que de un Gobierno de izquierdas y ponerse al frente de Andalucía cumpliendo, entre otros compromisos, el de aprobar una renta básica. Si no lo hace nuestras manos demostrarán nuevamente que no están atadas y propondremos a las organizaciones sociales llevar al Parlamento Andaluz una Iniciativa Legislativa Popular para establecerla.

Pero Andalucía no solo necesita de medidas paliativas, y se hace necesario aumentar el tope de déficit que le ha impuesto el Gobierno central y las inversiones que nos corresponden conforme a nuestro Estatuto de Autonomía. Cuanto antes haya un nuevo sistema de financiación justo y equilibrado más justicia se hará con los andaluces y andaluzas. Por eso me parece vergonzoso y casi diría canallesco que el Congreso, con mayoría del PP, haya rechazado las enmiendas que pedían un plan de empleo extraordinario para Andalucía cuando es vital para aliviar la situación insoportable que sufren el millón y medio de personas desempleadas en nuestra tierra, de las que más de la mitad ya no cobran nada. Y encima este rechazo se produce al tiempo que Bruselas anuncia que el rescate bancario a España ha terminado. ¿Para cuándo el de las personas? Parece que el Gobierno de Rajoy no lo tiene previsto en su agenda por mucho que diga que son los presupuestos de la recuperación.

Si tanto presume el Gobierno de que la tormenta está arreciando y lanzan mensajes de positivismo desmedido, ¿dónde están esas mejoras? Será para los 1.625 ultraricos que viven en nuestro país y que, según el informe ‘Wealth-X and UBS World Ultra Wealth Report’, publicado por la publicación digital Wealth-X y el banco de inversión suizo UBS, cuentan con un patrimonio superior a 25 millones de euros y sitúan a España como el sexto país de Europa con más ricos. En el lado contrario se sitúan los casi seis millones de personas desempleadas que hay en nuestro país, de los que un millón y medio están en Andalucía. Dice el refrán que nunca llueve a gusto de todos pero, en este caso, es evidente que las acciones del gobierno solo guarecen de la tormenta a una ínfima minoría.

Para Andalucía también llueve sobre mojado y lo hace con la lluvia fina de la pasividad del gobierno andaluz para contrarrestar la política devastadora del gobierno central, así que después de las movilizaciones de noviembre no guardaremos  los paraguas e impermeables en el armario y estarán siempre al alcance de la mano para seguir saliendo a las calles y llevar nuestras reivindicaciones cada vez que sea necesario. La tormenta y la lluvia fina acaban calándote hasta los huesos pero siempre será preferible hacerles frente a quedarnos en casa y ver cómo se llevan con ellas los derechos conquistados.

Francisco Carbonero Cantador, Secretario General de CCOO de Andalucía