Hace algunos días, me tocó dirigirme a un grupo de jóvenes emprendedores que habían superado un postgrado sobre emprender. Se trataba de una iniciativa conjunta del Gobierno y la Universidad de un pequeño país vecino. Recuerdo con agrado el acto y, especialmente, dos circunstancias especiales; la primera, fue comprobar que más de dos terceras partes de los estudiantes eran mujeres y eso es bueno pensé. El otro punto interesante es que el proyecto ganador tenía que ver con la artesanía.

Satisface tener una veintena de futuros líderes, compitiendo por una beca para arrancar un proyecto y también, que el mejor plan de empresa tenga que ver con el arte, especialmente en los momentos en que vivimos, pues yo veo a un artista, como alguien que crea un espacio común con la gente, capaz de transformar la sociedad y permitiendo que sea disfrutado.

No estamos sobrados de líderes en el momento en que vivimos y no lo digo por la famosa crisis, a la que hemos ido sólos, aunque empujados por otro tipo de líderes, de ésos que justifican la moral con el dinero, que manejan los hábitos de los compradores compulsivos y que son los que inventaron la venta a crédito de caprichos. Son los que te venden la felicidad a plazos, emborrachándola con anuncios y obviando que jamás se puede comprar aquello que todos ya poseemos aunque ignoremos donde permanece oculta.

Creo que la gran responsabilidad de un auténtico líder debe ser su capacidad para transformar a las personas y precisamente en este poder tan sublime, radica también su perversión. Por eso defiendo públicamente al hablar de liderazgo, que la mayor virtud del líder debe ser su sentido ético, sus valores, su talante, su coherencia y honestidad, porqué un líder no es lo mismo que un director, mandar es fácil, pero sólo se lidera por afinidad.

Las universidades y las escuelas de negocios, se han ocupado durante varios decenios de fabricar líderes que tuvieran la funcionalidad de dirigir proyectos. Esto es lo mismo que invoca la nueva convergencia con Bolonia, la formación de líderes profesionales, y además el desarrollo de competencias contrastado con experiencia, añadiendo finalmente la formación continua que ya es imprescindible para moverte entre la tecnología y el cambio permanente.

No debe ser fácil conducir a la gente sin que exista una visión previa que debe compartirse, por ello, en los ojos de cada nuevo emprendedor siempre veo un artista con un sueño a realizar y que es más importante que el propio plan de empresa. Definitivamente, creo que el líder es el conductor de un autobús, que debe tener claro el destino, procurar los medios para llegar hasta él y luego invitar a las personas que quieran compartir el viaje.

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