El año 2013 lo recordaremos como un año clave para el cooperativismo agroalimentario por motivos diversos, pero fundamentalmente por el reconocimiento que hemos obtenido a todos los niveles. Por un lado, el Parlamento Europeo nos obsequió con un informe sobre la contribución de las cooperativas a la economía, en el que instaba a la Comisión y a los Estados miembro a potenciar estas y otras empresas de la economía social, como herramientas para salir de la crisis. El mencionado informe demandaba, además, mayor atención a las cooperativas dentro de las políticas de recuperación económica, industriales y de emprendimiento de la Unión Europea, así como en el marco de los fondos estructurales para el período 2014-2020.

Jerónimo Molina
Jerónimo Molina

Paralelamente, pero en España, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama), lograba la aprobación de la iniciativa legislativa más importante hasta el momento, en lo que apoyo a las cooperativas se refiere. Hablamos, como no, de la Ley 13/2013, de 2 de agosto, de Fomento de la Integración de Cooperativas, una norma en total sintonía con la estrategia de FAECA, al objeto de consolidar un modelo cooperativo empresarial, rentable, competitivo, profesionalizado, generador de valor y con dimensión relevante, aspecto clave este último por su influencia en todos los demás.

Al amparo de esta norma (todavía en desarrollo cuando escribo estas líneas) es previsible que surjan leyes autonómicas que nos sirvan de apoyo, incentivando estos procesos a través de los Programas de Desarrollo Rural (PDR) contemplados en la nueva reforma de la PAC,  la cual se ha terminado de diseñar también durante 2013.

Igualmente, no podemos dejar de referirnos a la Ley 12/2013, de 2 de agosto, de Medidas para Mejorar el Funcionamiento de la Cadena Alimentaria, que pretende ser un apoyo al sector productor -representado por las cooperativas-  y poner orden en las relaciones comerciales, actualmente desequilibradas, entre agricultores y ganaderos, transformadores y distribuidores. En consecuencia, estoy absolutamente convencido de que este 2013 ha sido el año de la consolidación del cooperativismo como solución a la debilidad de la producción agroalimentaria individualizada y el año también en el que el cooperativismo andaluz ha lanzado una imagen pública de cohesión, modernidad y profesionalización, que nada tiene que ver con ideas preconcebidas de antaño. Me estoy refiriendo al que ha sido nuestro acto más destacado del ejercicio, es decir, al IV Congreso del Cooperativismo Agroalimentario de Andalucía, un evento que FAECA organiza cada cuatro años en una provincia diferente y que ha tenido a la ciudad de Granada como anfitriona en esta ocasión.

A pesar de la crisis, hicimos el esfuerzo para trasladar dos ideas muy claras a nuestros cooperativistas y a toda la sociedad. La primera de ellas, poner de relieve el papel de las cooperativas como motor de la economía y empleo en Andalucía, donde 736 cooperativas (según los datos más recientes) mantienen unos 350.000 empleos directos -sin contar los indirectos y los de empresas auxiliares ligadas a su actividad-, siendo FAECA su organización representativa. El segundo de nuestros propósitos, fue precisamente el de subrayar esa modernidad a la que antes me refería y que quedó más que patente en nuestro encuentro regional del pasado mes de octubre, por su formato, su desarrollo, así como por su difusión y balance. De cara a 2014, las cooperativas debemos aprovechar todos los instrumentos que nos facilite la Ley de Fomento de la Integración de Cooperativas, para avanzar en la concentración de la oferta y en el reequilibrio de la cadena de valor. Asimismo, tenemos que ser capaces de sacar el mayor provecho de la Ley 14/2011, de 23 de diciembre, de Sociedades Cooperativas Andaluzas y de su reglamento, a fin de confeccionar unos estatutos a la medida de cada una de nuestras empresas, de modo que podamos seguir creciendo y modernizándonos, en el marco del modelo cooperativo.

Para finalizar, simplemente me gustaría subrayar algunos de los mensajes más recurrentes de nuestro IV Congreso. Sin integración no hay dimensión y sin dimensión no hay competitividad ni presupuesto suficiente para invertir en valor añadido, generando productos de calidad para satisfacer las necesidades de los consumidores. El año 2013 nos ha traído las herramientas, consigamos en 2014 convertirlos en realidades.

Jerónimo Molina Herrera, presidente de FAECA