Dicen por ahí que eso de ser malo se vende bien y puede que sea así, ya que el mundo anda muy confuso últimamente y, al final, nadie se conforma con portarse bien. Será porque ser bueno no te libra de pagar la hipoteca y, si te descuidas, todo el mundo te ‘putea’, además lo de ir al cielo, no sé, parece que ahora ya dudan hasta los curas.Por eso, cuando nos asomamos a las ventanas de la sociedad, o sea, la televisión, que es la que manda en eso de la cultura, descubrimos que lo que se lleva es ocupar el rol de malo, venden los discutidores de la telebasura, los jurados verdugos y se forran los que viven de las miserias de los demás.En la empresa se está generando un fenómeno parecido y se está prodigando el rol del ‘todo vale’ con tal de completar el ‘budget’ (también llamado ‘objetivo’ o ‘cuenta de resultados’). Y que es la tabla de medir, cuyo cumplimiento asegura cuanto menos, más euros para comprar más cosas en el menor tiempo posible y siempre a costa de lo que sea y sobreviviendo a los codazos que toquen.Todo ocurre demasiado deprisa para pararse a pensar más allá del corto plazo, pues a lo mejor el año que viene estos nuevos ‘yuppies’ ya están en otra empresa, muchos de ellos sólo buscan un escenario para probar sus masters y andan siempre con la guadaña en la mano para descabezar los malditos costes. A veces, en su obsesión por condenar todo lo que no da valor añadido se dejan en el camino muchos veteranos con mucho talento, pero a quién le importa eso cuando hay tanto de todo para demostrar la valía.Vivimos en la época de los ‘duros’, porque sobrevivir cada vez parece más caro. En realidad la culpa la tiene la macroeconomía que, en su afán por poseer, fusionar y estar en todos los sectores, pierde en el camino cualquier indicio de sensibilidad y olvida la humanidad, más allá de los recursos humanos, y digo recursos porque está previsto que al final se agoten y sean sustituidos por otros.El culto al villano se repite después en la sala de estar y personajes como el Dr. House, Hristo o Capello se protegen en nombre de la verdad. Ellos sólo testimonian lo que hay detrás de la mediocridad humana y, emulando a mi paisano Serrat, les gustaría creer que la verdad tuviera remedio, aunque lo mejor de todo es que hay sociólogos por ahí que quieren convencernos que este tipo de gente contribuye a dar realismo a la sociedad, lástima que no cuenten toda la dignidad que se queda en el camino. Supongo que atraen porque dicen cosas que la mayoría no nos atrevemos a decir y son admirados porque constituyen un modelo de compromiso frente a la cobardía de tanta gente inmadura que nunca toma una decisión. En el fondo de cada ‘duro’ se esconde un líder potencial que convenientemente encauzado conseguiría despertar, impulsar, motivar y hasta sacar lo mejor de los que optaron por ocultarse entre el rebaño.No creo que sea malo destapar las miserias humanas porque la misma vida se ocupa de hacerlo cada día. Nadie se ruboriza porque diariamente mueran de hambre miles de niños y tampoco se dejan de gastar millonadas comprando cosas que no hacen falta. En nombre de la solidaridad, por tanto, no deberíamos caer en la hipocresía de escandalizarnos porque se ponga en entredicho la urbanidad, el tacto o las buenas maneras, quizás sólo deberíamos sonrojarnos un poco y quedarnos con nuestro sentido del humor para reírnos de nosotros mismos.Miquel Bonetmbonet@select.es