A menudo nos sorprende aquel amigo o conocido de alguna conferencia, seminario o comida, más o menos formal, con la consabida frase: “tengo un tío, tía, en sentido coloquial, muy bueno, fantástico, ha hecho ‘tropecientos’ masters, ha trabajado aquí y allá, es majo, etc.” y lo primero que te viene a la cabeza son dos cosas; la primera: si es tan bueno, ¿por qué no tiene trabajo? La segunda: si te gusta tanto, ¿por qué no lo tienes en tu empresa?

Desde la óptica de consultor de recursos humanos, cuando alguien te recomienda un profesional, ya sea como candidato para un proceso abierto o simplemente para satisfacer determinada necesidad, casi siempre se añade el tópico de… “que sea bueno” o “buen trabajador”, pero, ¿alguien se ha preguntado que hay detrás de la expresión “bueno”?

Puede referirse a bondad personal. Es obvio que nadie quiere incluir en su plantilla a una mala persona o quizás una persona buena en competencias, pero, ¿qué pasa si es mal compañero?, puede también equipararse la bondad a docilidad pero, ¿si se deja manejar por los demás? tampoco vale, o buen compañero, pero… ¿aceptaríamos que fuera poco eficiente?

Sin duda es un tema complicado, mucho más cuando muy a menudo sabemos el perfil que buscamos, conocemos las competencias deseables, pero no siempre coinciden en una sola persona.

La solución del paradigma entiendo que debe abordarse desde un esquema realista, basado lógicamente en la experiencia profesional, después de miles de entrevistas contrastadas.
Puedo concluir que las características que definen la nueva forma de trabajar en este siglo XXI, en donde el conocimiento es el corazón del proceso económico, bien podría resumirse en polivalencia y adaptabilidad .

Por tanto, será buen trabajador aquel que posea en mayor medida estas cualidades unidas a determinados conocimientos, tampoco más de los necesarios porque interesa más su capacidad para aprender, además un espíritu de equipo, que se sienta a gusto con la gente, nunca los individualistas, mucho positivismo, como el de este tipo de gente que cree que la vida es una aventura que vale la pena y todo lo que significa una buena actitud.

Desgraciadamente, en el mundo del trabajo, la bondad está mediatizada por el pragmatismo material, prevaleciendo los valores productivos a los puramente éticos, ya que es mucho más fácil comprar la mente de una persona para convertirlo en un mercenario que arrancarle un soplo de aprecio gratuito, sin la libre voluntad de entregarlo.

Más allá de juzgar como buenos o menos buenos a los recomendados, no debemos perder de vista que el camino del proselitismo o la referenciación es de los mejores a la hora de conseguir un trabajo, y siempre he querido pensar que cuando alguien viene apadrinado, acepta el compromiso de tener si cabe, una mejor actitud aunque sea para corresponder al compromiso de la persona que lo presenta.

Como conclusión, en lo que coinciden todas las empresas es que los proyectos laborales son siempre humanos y lo que todos queremos es que detrás de cada profesional exista también una buena persona.

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