De todos es conocido y a veces casi aburrido el recordar que estamos en la sociedad de la información, época revolucionaria, producida por la explosión de las tecnologías de la información y de las telecomunicaciones (telecomunicaciones, informática, electrónica profesional, electrónica de consumo, microelectrónica y componentes electrónicos). No hace falta ser ningún lince para darse cuenta de los signos externos de esta sociedad de la información, tales como, los teléfonos móviles, internet, el comercio electrónico, la banca telefónica, la televisión digital, la televisión por cable, etc. Sin embargo, utilizamos las tecnologías de la información y de las telecomunicaciones como medio para transmitir contenidos (películas, conciertos, canciones, imágenes, etc.) y para gestionar eficazmente el conocimiento, siendo ésta la fuente principal de ventajas competitivas en las organizaciones. Hoy sólo quiero aclarar conceptos. Los activos más valiosos de las empresas son los intangibles que tienen su origen en los conocimientos, habilidades, valores y actitudes de las personas que forman parte del núcleo estable de la empresa. A estos activos intangibles se les denomina ‘Capital Intelectual’ y comprenden todos aquellos conocimientos tácitos o explícitos que generan valor económico para la empresa. Podemos clasificarlos en:Activos de competencia individual o ‘Capital Humano’. Se refieren a la educación, experiencia, ‘know how’, conocimientos, habilidades, valores y actitudes de las personas que trabajan en la empresa. No son propiedad de la empresa. La empresa contrata el uso de estos activos con sus trabajadores. Los trabajadores al marcharse a casa se llevan consigo estos activos. A este conjunto de activos se les denomina también ‘capital humano’.Activos de estructura interna. Se refieren a la estructura organizativa formal e informal, a los métodos y procedimientos de trabajo, al software, a las bases de datos, a la I+D, a los sistemas de dirección y gestión, y a la cultura de la empresa. Estos activos son propiedad de la empresa y algunos de ellos pueden protegerse legalmente.Activos de estructura externa. Se refieren a la cartera de clientes que recibe el nombre de fondo de comercio, a las relaciones con los proveedores, bancos y accionistas, a los acuerdos de cooperación y alianzas estratégicas, tecnológicas, de producción y comerciales, a las marcas comerciales y a la imagen de la empresa. Estos activos son propiedad de la empresa y algunos de ellos pueden protegerse legalmente (marcas comerciales, etc.). Gestionar estos activos intelectuales, es decir, identificar, auditar, medir, renovar, e incrementar, es un factor determinante en el éxito de las empresas de nuestro tiempo. Desarrollar herramientas que faciliten estas tareas mejoran los resultados empresariales.La gestión del ‘capital intelectual’, se concentra básicamente en crear, conseguir y gestionar eficazmente todos aquellos activos intelectuales necesarios para conseguir los objetivos de la empresa y llevar a término con éxito sus estrategias. La gestión del conocimiento se refiere a los aspectos tácticos y operacionales. Es también más detallada y se centra en facilitar y gestionar las actividades relacionadas con el conocimiento tales como su creación, captura, transformación, y uso. Su función consiste en planificar, poner en marcha, operar y controlar todas las actividades y programas relacionadas con el conocimiento, que requiere una gestión eficaz del capital intelectual. Tanto la gestión del capital intelectual como la gestión del conocimiento son claves para encontrar la excelencia empresarial en este siglo. Ana María Herrero Lópezanaherrero@montaner.com