Estas tres palabras, amigo Don Contradictorio, creo que son en las que deben inspirarse los empresarios que actúen en la rama de la construcción.

Pues ahora, con esto de la crisis, no creo que las vayan a tener muy presentes, me dijo mi amigo.

Justamente, le contesté, esa, la de la crisis, es una razón añadida  para tenerlas muy presentes.

Es comprensible que el que trabaje con calidad, se verá favorecido por la  demanda, es decir por los clientes, que ahora no son tan abundantes como en tiempos pasados. La calidad se conseguirá si se tienen buenos procedimientos de trabajo y se cumplen rigurosamente, para lo que es necesario que la mano de obra esté cuanto más calificada, mejor.

Insisto en eso de la calidad de la mano de obra, de su buena formación profesional, porque ello permitirá dos cosas: conseguir una mejora en la productividad, sin que la calidad se vea afectada, pero además será más fácil innovar, en lo que sea posible, los procedimientos de trabajo. La innovación puede cambiar la actividad productiva, en todos sus aspectos, también la comercial. En tiempos de crisis es muy necesario innovar porque eso permitirá presentarse en el mercado con algo que se distinga de la competencia, que haga más atractivo el producto. El espíritu innovador es muy importante que impregne a la actividad de la empresa y que se manifieste en el mercado.

Veo -me dijo Don Contradictorio- que tu no te innovas, porque sigues largando tus peroratas sin darte cuenta que estamos en tiempos difíciles.

Te doy la razón en loo de las peroratas, pero aprende de los marinos, tu hombre de tierras adentro, como se enfrentan a las galernas: atacan a las altas olas: firmes al timón y las atacan de frente.