Estaba hablando con mi amigo Don Contradictorio y se lamentaba de la situación de la crisis financiera. Consideraba que aquí no había llegado aún. Era cierto que ni bancos ni cajas de ahorros se habían declarado en quiebra. Sin embargo, la falta de créditos tenía "acogotadas" a las empresas, especialmente a las pequeñas. El paro en aumento y la subida de precios,  además de la desconfianza, habían hecho que el poder adquisitivo de la gente disminuyera y con ello el mercado.

Lo que  decía era razonable y me atreví a preguntarle qué es lo que pensaba que se podía hacer. "Pues verlas venir", me   contestó.

"La pasividad no es una buena consejera, en esta situación, ni en general -le dije-. Es evidente que por mucho que se haga no vamos a impedir el desarrollo de la crisis en los EEUU o a nivel mundial, pero sí debemos tomar medidas en nuestra actividad empresarial que nos permitan aumentar la productividad. Por ejemplo podemos estudiar la innovación de los procesos de producción, con la aplicación de nuevas tecnologías. Ello nos puede permitir presentarnos en el mercado con precios más asequibles, estimulando la circulación del dinero. En estos tiempos, llamémosles de baja actividad, podemos buscar cómo innovar, ya sean nuestros productos o nuestros procesos de producción, para poder estar en el mercado con ventajas sobre la competencia, que sin duda va a mayor en este periodo y cuando se salga del bache".

"Eso que dices -me contestó mi amigo- está muy bien, pero a la hora de llevarlo a la práctica se complica porque cuando se necesita  un crédito no se encuentra".

"No se me ocultan esas dificultades, pero considero que se debe abordar estos malos tiempos con el espíritu de ganar tiempo al tiempo y estar preparado para dar un paso adelante, en cuanto la situación lo permita. Permíteme que te recuerde aquel refrán que dice: "no dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy".