Las costumbres no son las mismas. Hay países en los que muchas empresas, grandes y pequeñas, patrocinan desde universidades actividades como becas destinadas a ayudas a estudiantes. Las sumas que dan son millonarias. Este patrocinio tiene sus ventajas también económicas, para los patrocinadores, pero es una actividad que financia muchos de los proyectos científicos de los centros de educación.

Estaba hablando con mi amigo Don Contradictorio, que escuchaba atentamente.

– Pues aquí -contestó- pocos son los empresarios que actúan de esa forma. Nosotros lo tenemos más fácil. El Estado forma a la gente que necesitamos, ya sea a nivel de oficio, de técnicos medios o superiores, y nosotros les damos trabajo. En casos específicos pagamos un master, y aquí paz y lo demás gloria. Claro que hay centros de educación privados, pero eso es a nivel de empresa, de negocio.

– Lo que dices -le contesté- es en esencia cierto y corresponde a la tradición del empresariado español, de despreocuparse de la enseñanza y también de la investigación. Es esa una mala tradición, una tradición que un empresariado consciente de que vivimos en un mundo cada vez de mayor competencia y en el que el éxito de los negocios dependen cada vez más de una gestión de calidad, es una tradición digo que debe urgentemente ser abandonada. Porque en este mundo de los negocios que he descrito, la acertada gestión corresponde en gran parte a ‘los cuadros’, o si se quiere decir, al personal competentemente especializado. Ese personal se forma en los centros de enseñanza, de los diferentes niveles de conocimientos. Por ello un empresario no puede desentenderse de esa actividad y en mi opinión debe de ayudarla estrechando sus vínculos con los centros de enseñaza, las formas pueden ser diversas.

– Bueno, me dijo mi amigo, me has largado una filípica de padre y señor mío. Sin que sirva de precedente, te diré que estoy de acuerdo con lo que dices, pero que si se lo repito a algunos amigos me van a ‘tirar una trompetilla’ porque no lo van a entender. Su costumbre es que ‘los cuadros’ se les proporcionen ya formaditos y ellos a elegir… que para algo son los que dan trabajo y pagan impuestos.

– Sí, pagan impuestos -le contesté- como los demás ‘españolitos’, pero a diferencia de éstos, ellos -tus amigos- se llevan las ganancias.

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