Con motivo de un repugnante crimen cometido hace pocas semanas en Andalucía, se pudo escuchar que los investigadores estaban haciendo pesquisas en “el entorno cercano” de la víctima, incurriendo, así, en redundancia, dado que ‘entorno’ no sugiere, precisamente, idea de lejanía -como, desgraciadamente, pudo comprobarse- con respecto a la menor, salvajemente asesinada.

El pleonasmo o redundancia es, como se sabe, una figura gramatical de construcción que consiste, en el caso más frecuente, en el empleo de palabras, expresiones o enunciados, sinónimos o perifrásticos, cuyo significado ya está expresado de forma distinta. Abundan los ejemplos: de eso ya hemos hablado con anterioridad; período de tiempo, ya que período se define como tiempo; también espacio de tiempo que, además de redundante -espacio se define como transcurso de tiempo- es impropio porque o se habla de espacio o se habla de tiempo, pero no a la vez de ambos conceptos. Conviene recordar que nuestra lengua es sumamente redundante, aunque dicho así podría dar la impresión de que se tratara de un defecto, sólo perceptible en el caso español, lo cual es absolutamente incierto, ya que todas las lenguas tienen grados diversos de redundancia, sin que ello sea forzosamente una característica negativa. Además, no todos los pleonasmos o redundancias son censurables, algunos son, incluso, necesarios, pues, como dice M. de Sousa, “la expresión del lenguaje vivo presenta situaciones donde la no repetición de la idea hace que la lengua sea inexpresiva”. Hay, por tanto, pleonasmos que son correctos o, al menos, no condenables: volar por los aires, caer escaleras abajo o ver con los propios ojos son ejemplos ilustrativos.

No es el caso, sin embargo, de estos otros que me he permitido traer a colación, tomados de páginas de prensa o de emisoras de radio y televisión, lo que justifica su presencia aquí, no tanto por afán crítico -todos cometemos errores- como por la función correctora que su divulgación pueda generar.

Así, un cronista taurino hablaba de “reubicarse nuevamente”, tras poner el torero el primer par de banderillas; un cronista deportivo destacaba que “estamos inmersos de lleno en la temporada futbolística; otro, que “existía una preocupación importante en el seno del club por la marcha negativa del equipo”; otro, que “la selección española es muy favorita”, o aquel comentarista, para quien “el ballet “Cascanueces” se estrenó por primera vez en 1892″.

Los representantes políticos tienen, como es habitual, su cuota de participación: “Hay que retomar (‘reanudar’ parece estar definitivamente proscrito) de nuevo las negociaciones”; “los sindicatos han vuelto a reiterar la necesidad de aplicar medidas”; “una gran mayoría ha vuelto a reiterar su demanda de mejoras sociales”, sin tener en cuenta que ‘reiterar’ significa ‘volver a decir; repetir una cosa’. En una entrevista radiofónica, una alcaldesa aseguraba que “la acusación carecía de ningún sentido, ya que sus palabras habían sido sacadas fuera de contexto”…

Abundan ejemplos de pleonasmos fuertemente arraigados en el habla cotidiana, hasta el punto de subvertir el buen uso, calificado frecuentemente de ‘obsoleto’, – adjetivo éste muy socorrido al que solemos acudir para justificar nuestro desconocimiento. De entre los ejemplos de redundancia más frecuentes, he aquí algunos procedentes, como digo, de diversos medios de comunicación: final definitivo de la violencia; intimidad personal; empresas españolas que exportan al exterior; ejemplo paradigmático; hermetismo bastante cerrado acerca de la situación política en Túnez; condenados por maltrato que tienen que llevar pulsera obligatoriamente; previamente al accidente, se detectaron signos alarmantes; no se están produciendo graves incidentes de consideración; a lo que podríamos añadir aquello de ‘sorpresa inesperada’ o ‘requisito indispensable’, aunque el premio a la redundancia corresponda, hoy, al ‘valioso mérito’ atribuido por su partido a un candidato a alcalde en nuestra región -‘autonomía’ se nos antoja a algunos una cursilada, ‘políticamente correcta’, eso sí.