Sin título-8Hay una fecha en el calendario en el que todas las miradas apuntan a ellas. Una fecha en la que son las protagonistas indiscutibles de las noticias y las cifras en torno a la situación en la que se encuentran se suceden, al igual que las propuestas para mejorarla. Me refiero, como no, al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Desde 1936, año en el que se celebró por primera vez en España, el 8 de marzo se ha caracterizado siempre por su carácter reivindicativo. Desde entonces, ha habido numerosos avances en materia de igualdad abanderados por el movimiento feminista pero también por el sindicalismo, porque en CCOO tenemos la convicción de que la igualdad es la base de una verdadera democracia y no es cosa de mujeres y hombres, sino de personas y derechos. Así lo hemos venido reivindicando desde nuestros orígenes tanto en la negociación con las empresas como en las calles.

Sin embargo, y sin desmerecer ni por un segundo la importancia de ese día, las miradas no pueden cambiar de enfoque cuando la página del calendario se pasa, al igual que las propuestas no pueden quedar paralizadas hasta que un nuevo 8 de marzo ponga encima de la mesa que la desigualdad salarial sigue siendo una realidad, que los contratos a tiempo parcial los ocupan mayoritariamente mujeres mientras que los cargos de responsabilidad los ostentan mayoritariamente hombres, que los planes de igualdad son una asignatura pendiente en muchas empresas, o que hay tentativas de leyes que pretenden mandar sobre el propio cuerpo de la mujer.

Para CCOO estas cuestiones son, sencillamente, incuestionables, por lo que han de ser cada día protagonistas en las agendas políticas y en la negociación colectiva.

Pero no nos equivoquemos y vayamos a pensar que el tema de la igualdad es algo que afecta solo a la mujer y que son ellas las únicas que tienen que luchar por conseguir algo que, a priori, tendría que ser innato a la persona. La igualdad es cosa de mujeres pero también lo es de hombres y, en esencia, es una cuestión educacional y ahí también hay mucho que hacer para revertir el daño que le está haciendo a la igualdad la reforma educativa del gobierno de España, al imponer una Ley que promueve, precisamente, las desigualdades, fomenta la segregación y se aleja de la corresponsabilidad y la coeducación.

Un ataque a la igualdad que alcanza en la reforma laboral su máxima expresión, ya que las consecuencias de dicha reforma para los derechos laborales y sociales de la ciudadanía en general han sido devastadores, pero para las mujeres ha tenido un plus añadido que ha sido, no ya solo devolverlas al plano doméstico, sino que además esa regresión sea vista como algo “normal” por parte de la población.

La prueba de esa “normalidad” es que cuando un hombre pierde el empleo se califica de drama, y el drama se transforma en pena cuando la que lo pierde es una mujer. Esa percepción, además de errónea, es altamente peligrosa y ha costado muchos años y muchos esfuerzos situarnos en la senda adecuada para que la derecha ideológica, con sus reformas y su discurso retrógrado, acabe de un plumazo con ellas.

Desde luego, ni lo debemos ni lo vamos a permitir. La pérdida de un empleo siempre es un drama independientemente de que quién lo pierda sea hombre o mujer ya que  su principal consecuencia, que es la pérdida de autonomía financiera, no entiende de género y hace el mismo daño a uno que a otra.

En CCOO somos defensores claros de la igualdad y cuando el calendario indica que es 8 de marzo salimos a la calle a movilizarnos para recordar que esta es esencial para la democracia y para el bienestar de la ciudadanía. Cuando pasamos la página del calendario seguimos trabajando, exigiéndole al gobierno que le dé a la mujer el lugar que le corresponde en la sociedad y al empresariado que haga lo mismo en la empresa. Ese lugar es simplemente el mismo que tiene el hombre, ni más ni menos. Solo cuando eso suceda podremos hablar de igualdad real entre hombres y mujeres y estaremos más cerca de una verdadera democracia.

Mientras tanto, el 8 de marzo, y lo digo desde el más absoluto respeto y admiración a quienes consiguieron tanto y con tantas dificultades, será, hoy por hoy, una página más del calendario para aquellos que demuestran con sus acciones que no creen en el sistema democrático, porque éste, en su Carta Magna, defiende la igualdad de pleno derecho entre hombres y mujeres.

El 8 de marzo tiene que seguir celebrándose, por supuesto que sí, porque ese día toda la sociedad se hace eco de la necesidad de conseguir una igualdad que todavía no existe, aunque lo realmente deseable es que el espíritu de la página que marca que es 8 de marzo, se extienda al resto de las páginas del calendario y con ello a todas las medidas, políticas y acciones que se pongan en marcha desde los más diversos sectores de la sociedad. Al menos en CCOO estamos convencidos de ello y trabajamos para conseguirlo cada día, independientemente de que el calendario marque o no que es 8 de marzo.

 

Francisco Carbonero Cantador

Secretario General de CCOO-A

@carboneropaco