Alicia Kaufmann presenta ‘Mujer, poder y dinero’ (editada por loquenoexiste), donde analiza las limitaciones de las mujeres en los ámbitos financieros y de los negocios

AliciaEKaufmann2Agenda de la Empresa: ¿Por qué ha elegido este título?

Alicia Kaufmann: Es un tema que me preocupa bastante y yo creo que preocupa a las mujeres. Hay como una cierta confusión entre mujer, emoción y dinero y en el libro trato de hacer un recorrido para salir de esta confusión.

A.E.: ¿Nos puede hablar de esa idea?

A.K.: Hace muchos años que estoy trabajando en el tema. He hecho muchas investigaciones y ahí detecto que a la mujer le cuesta mucho pedir, sobre todo para ella misma. Entonces, empecé a explorar un poco más, analicé los mandatos familiares y descubrí que la educación tiene mucho que ver con el comportamiento del dinero. Y luego también está la emoción; es decir, a la mujer fundamentalmente se le enseña a ser buena, a no pedir y a dar a los demás. No negocia para ella y el modelo no es sólo el dinero, un intercambio de algo material, sino también emocional. En el libro voy explorando y profundizando como quien busca petróleo para entender el por qué de la diferencia salarial.

A.E.: ¿Cómo ve a la mujer en su libro?

A.K.: El papel de la mujer como explico en mi libro y en otras investigaciones está girando mucho. Hay diferencias entre género y generaciones; no es lo mismo una mujer de 30 que una de más de 45. La formación entre hombres y mujeres hoy por hoy es igual, pero lo que no es igual es pedir o no pedir para uno. En la mujer quizás observamos una actitud de no negociar para ella. No se trata ni de pedir perdón ni de pedir permiso, se trata de pedir opinión y luego cuando el otro no de su opinión, tener claro que es lo que tú quieres. Creo que todo el libro es un proceso de darse cuenta y no esperar que los otros reconozcan tu autoridad, sino tomarla. La idea es: chicas, despierten, tomen vuestra autoridad porque nadie te la va a dar; o tú vas a por ella o ya puedes esperar como Cenicienta a que pase algún príncipe que te despierte. Insisto mucho en darse cuenta, espabilar, pensar muy bien qué es lo que quieres e ir a por ello sin pensar en lo que piensan o pueden pensar los demás. Es que si no acabamos con el paradigma nadie nos vendrá a rescatar. Uno de los problemas de las mujeres es que sí rescatan a los demás pero luego, en lugar de recibir agradecimiento, que es lo que esperan, reciben resentimiento. Y el tema del dinero es una causa de conflicto en muchas parejas. La cuestión es que lo material y lo emocional no van por el mismo camino. Hay que salir de la confusión, entender la emoción y planificar una estrategia de dónde quieres estar y cómo lograr hacerlo. El libro es un poco una caja de herramienta donde cada persona toma aquello que cree que le sirve para avanzar. Desde luego, este libro es de autoayuda, es un libro que está escrito de una forma bastante comprensible, accesible, pero para que cada uno pueda comprender un poco más por qué le cuesta tanto. Esa es la idea.

A.E.: ¿Por qué hay que aprender a negociar?

A.K.: Las mujeres relegamos directamente y pocas veces lo hacemos o no lo hacemos; el problema es ese. La cuestión es decir, así como una aprende a leer y a escribir, hay que aprender a escribir la propia historia y se aprende haciendo. Hay unas que se van aprendiendo con el tiempo y otras que hay que aprender las competencias. Desde ahí puedes ir perdiendo los miedos. Muchas veces a las mujeres el miedo de negociar para sí las paraliza, que te digan que no y no pasa nada. Si la primera vez no negocias con todas las habilidades, la segunda o la tercera lo harás fenomenal. Hay que ser más prácticas y menos perfeccionistas y entonces conseguiremos lo que queremos. Podemos elegir quedarnos como víctimas o podemos tratar de ser protagonistas y ser ganadoras. Cada uno elige. Lo que sí, en el libro, con muchos casos con los que he trabajado, voy explicando, voy como caminando poco a poco y voy dando bastantes pistas. La idea es tomar esas pistas y tomar la autopista, por un lado la del conocimiento y por otro la del contento material.

A.E.: ¿Nos puede hablar un poco de las experiencias reales que incluye en el libro?

A.K.: Las tres son muy diferentes. Hay una, el caso de Silvia C., un proceso de un año de coaching con una arquitecta. Realmente fue un proceso de descubrimiento muy importante, sobre todo porque ella se paralizaba mucho cuando el jefe empezaba un poco a machacarla. Nos dimos cuenta juntas de que era el mismo mensaje que ella había sufrido en su casa y fue como ¡Eureka, por eso me paralizo!, y a partir de ahí pudo ir cambiando de lugar. Luego está el caso de dos consultoras, escrito por Jimena Muñoz, una en los 30 y algo y otra en la cincuentena. Se ve por un lado la confusión entre la emoción y el dinero y luego la rivalidad femenina. Es un caso que me ha impresionado mucho donde uno puede cooperar y puede tratar de destruir al otro. Creo que la mujer es bueno que dé cuenta más y trague menos porque siempre estamos un poco, como decía Almodóvar, al borde un ataque de nervios.

A.E.: ¿Cómo ve el papel del Gobierno?

A.K.: Creo que el gran avance se produjo hace un par de años cuando la mujer entró en el mercado laboral masivamente. Ahí se dio el punto de ruptura. En este momento se están haciendo bastantes cosas, pero creo que no son suficientes. Hay que apostar bastante más por las generaciones jóvenes y no hay que poner todo en la parte exterior, sino fomentar espacios de reflexión. Lo que pretendo en este libro es darse cuenta. Hay muchas cosas que se hacen pero que no se ven. Lo más visible siempre es el protagonista a nivel político.

A.E.: ¿Cuál es el papel de la mujer hoy día?

A.K.: Es una pregunta difícil de contestar. La respuesta está en que estamos en un momento de muchísima incertidumbre tanto para hombres como mujeres. Lo que sí apunto como recomendación es que hay que aprender a navegar sin hoja de ruta. Estamos en una sociedad con mucho cambio, con mucha velocidad en ese cambio y muchísima incertidumbre. Dar una respuesta sería como buscar la varita mágica. Hay que buscar la fortaleza interior y empezar a funcionar desde nuevas libertades. No es fácil, pero tampoco es imposible. Animo a las mujeres a ver cuál es su valor, que lo revisen y vean cómo lo puede negociar. Sobre todo que sean ellas mismas, que crean en ellas.

 

Inmaculada Sánchez