"Ciertos vicios del habla y de la escritura pecan de xenofilia, un defecto tan grave como el de la xenofobia" (Mario Muchnik)

Se entiende por extranjerismos palabras, frases o giros de un idioma empleados en otro. Este recurso es perfectamente admisible cuando no exista un equivalente en nuestra lengua, o bien cuando en la traducción pierden algunas de sus connotaciones. En este caso deben ser bienvenidos, aceptados y aclimatados a nuestra grafía y fonética. "Una postura conservadora – afirma Martínez de Sousa -, opuesta a su admisión y adaptación, es retrógrada y no nos lleva sino al emprobrecimiento lingüístico".  

En esta primera recopilación de extranjerismos – algunos recogidos y adaptados por el DRAE (1) – abundan aquellos que suplantan, innecesariamente, ya sea por pedantería o por mera ignorancia, a sus legítimos 'propietarios', lo cual no excluye, ni mucho menos, su uso en determinadas circunstancias, pues forzoso es admitir que, empleado en tiempo y forma, el extranjerismo puede resultar infinitamente más preciso que su versión en nuestra propia lengua. Muchos extranjerismos proceden del inglés, aunque también del francés, del italiano e incluso del alemán, idiomas que han dado lugar a numerosas e ingeniosas expresiones que han arraigado en nuestra lengua, tal como puede comprobarse en las locuciones francesas que inician este singular recorrido.

Por ejemplo, cuando se hace referencia a un caso, asunto o escándalo se habla de affaire; un aficionado, no profesional en un deporte, es un amateur; el empate o falta de mayoría en la primera vuelta de unas elecciones es ballottage; jerga es argot; una figurilla u objeto de adorno es un bibelot; taberna, bistrot; una sala de fiestas, boîte; un vividor o sibarita es un bon vivant; una ocurrencia o salida es una boutade; el toque de distinción o los honorarios de un artista, cachet; encanto, atractivo, hechizo es charme; elegante o de moda, chic; un descalabro o desastre es una débâcle; una bata o salto de cama, deshabillé; llamamos détente a la distensión y entente al entendimiento o acuerdo entre las partes (en política se habla de entente cordiale); atolladero o callejón sin salida es impasse; un barullo o una aglomeración de jugadores ante la portería es una mêlée (término propio del rugby); un nuevo rico o un advenedizo es un parvenu; entendemos por rentrée la vuelta o el regreso a la actividad;  habilidad o competencia profesional es savoir faire; una velada, un sarao es una soirée; el agotamiento o fatiga excesiva se conoce como surmenage -'estrés', en el lenguaje actual; una entrevista o conversación a solas es un tête-à-tête, lo que no equivale  a un vis-à-vis, que quiere decir 'enfrente' y designa a dos personas que, en el mismo plano visual, están uno frente al otro. De hecho, un 'vis-à-vis' es una especie de canapé o sofá para dos personas, es decir, un 'confidente'. Sucede, además, que la expresión 'mantener un vis a vis' se aplica a los encuentros "recreativos y reparadores" que presos y presas – internos e internas se les llama con "dulzón eufemismo colegial" (Lázaro Carreter) – mantienen a solas con sus amistades particulares. La publicación de noticias tales como "No hay como el bis a bis" o "Las partes interesadas se proponen mantener un bis a bis", corren el riesgo de desconcertar a más de un lector. Y, por último, en este somero recorrido a través de la lengua francesa, debemos mencionar voyeur, 'mirón', y su derivado voyeurisme, con las maliciosas connotaciones que ambos términos sugieren.

Otra cuestión bien distinta son los neologismos – vocablos, acepciones o giros nuevos en una lengua -, que constituyen la savia nueva, una vez soltado el lastre de palabras que han dejado de figurar en los libros desde hace tiempo. "Los neologismos más útiles y necesarios –  continúa Martínez de Sousa – arraigan y se quedan entre nosotros, sea con su propia forma, sea dotándola de características que los hagan semejantes a las de su nuevo medio y permitan utilizarlos con cualidades morfosintácticas similares".

A modo de ejemplo chusco del rechazo de extranjerismos, acude a mi memoria el comentario de Mussolini refiriéndose a bidet – utilísimo adminículo para la higiene de las partes pudendas, o sanitario, como se dice hoy – que, a imitación de tergicristallo (limpiacristales), proponía llamar tergisesso.

(1) Tal sucede, entre otras palabras, con affaire, argot, bibelot, bidet, boîte, boutade, cachet, chic, confort, entente, massacre voyeur.