Sin título-1Uno de los términos más pronunciados y escuchados en los últimos años ha sido y es, sin duda, la palabra crisis. La mayoría ciudadana la suele emplear para justificar la situación en la que se encuentra mientras que los poderes fácticos y los mercados financieros la emplean como argumento y excusa para llevar a cabo un ataque contra los derechos laborales, sociales y la igualdad. Excusas baladíes que reconvertidas en acciones, acaban degenerando en la dramática situación en la que se encuentra la mayor parte de la ciudadanía.

Y es que la crisis nunca tenía que haber sido la excusa ni la justificación de medidas que solo buscaban hacer tambalear los cimientos de la democracia para construir un nuevo modelo de sociedad donde el rico cada vez es más rico y la pobreza alcanza porcentajes que harían sonrojarse a cualquier gobierno con un poco de responsabilidad política y social.

La crisis, esa excusa perfecta y la justificación a todos los males de la ciudadanía, ha tenido efectos perversos sobre todos los grupos poblacionales en mayor o menor medida, pero si hay un sector de la población que se ha resentido especialmente en lo que al mercado laboral se refiere, es la juventud.

Con una pérdida salarial del 34 por ciento desde el año 2007 y una tasa de paro superior al 67 por ciento entre los menores de 25 años, la radiografía de la juventud andaluza en el mercado laboral solo admite calificativos que invitan al pesimismo.

Si tanto se afirma que nuestra juventud es la generación mejor formada y preparada de nuestra historia, ¿a qué esperan los gobiernos para sacarles provecho y evitar que tengan que seguir emigrando para poder desarrollarse profesional y personalmente?

Estamos perdiendo el capital más importante que tiene un país que es su capital humano, jóvenes preparados sin presente en España que buscan un futuro fuera de nuestro país. Desde luego para países receptores es una jugada maestra, pero para el nuestro es una pérdida garantizada.

En un estudio que hemos elaborado recientemente en CC.OO. se evidencia la dura realidad a la que se enfrenta la juventud andaluza, tanto la que se ve obligada a emigrar como la que opta por quedarse en Andalucía, primero porque las dificultades para incorporarse al mercado de trabajo son tremendas y segundo porque cuando consiguen hacerlo, las condiciones que imperan rozan a veces la semi esclavitud.

Es necesario un cambio de mentalidad empresarial y social para que deje de ser visto como algo “normal” que una persona joven trabaje por un sueldo mísero o con jornadas maratonianas porque así adquiere experiencia o porque siempre es mejor eso que quedarse de brazos cruzados. Las personas jóvenes que acceden al mercado laboral tienen que hacerlo con las mismas garantías que cualquier otro trabajador o trabajadora porque los derechos laborales no entienden de tramos de edad.

Precisamente, uno de los datos del informe ratifica que los abusos del mercado laboral se ceban con la juventud y pone sobre la mesa que el 98 por ciento de las contrataciones que se les han hecho han sido temporales. Ante este panorama, las personas jóvenes que no se han marchado optan en muchos casos por dilatar o retomar sus estudios, de manera que su autonomía financiera se sigue retrasando y con ello su independencia y su proyecto de vida.

Una tercera pata de esa juventud se decanta por el autoempleo como salida laboral valiéndose en muchos casos de ayudas o facilidades puestas en marcha por los gobiernos. Lamentablemente la realidad demuestra que un alto porcentaje de esas empresas nacen con fecha de caducidad porque hasta que no haya una inversión pública tangible, una reorientación del modelo productivo y un crecimiento basado en salarios dignos y creación de empleo de calidad, la reactivación del consumo no se producirá. Y mientras no haya personas que puedan consumir será difícil que se mantenga el tejido empresarial, máximo cuando asistimos a una ralentización de las exportaciones. Pero además hay una realidad aún más maliciosa detrás de ese autoempleo que es la figura del falso autónomo, donde la persona está contratada o subcontratada por otras empresas con unas condiciones laborales pésimas y hay una perversión de las relaciones laborales a la que las administraciones tienen que poner fin con mecanismos de control que, por el momento, brillan por su ausencia.

Nuestra juventud no solo tiene que tener futuro, tiene que tener presente, pero desde luego no al que la está condenando la reforma laboral y las medidas puestas en marcha bajo la baladí excusa de la crisis. Por eso, desde CCOO seguimos reivindicando la puesta en marcha de una ‘Estrategia para el Empleo’ dentro de la cual tendría que incluirse una específica para el empleo juvenil, con dos elementos esenciales, orientación y formación que permitan, de un lado, promover una mejor posición de las personas en el mercado laboral de acuerdo a sus perfiles, y de otro, favorecer la mejora de las competencias de la juventud, así como procurar que quienes abandonaron prematuramente sus estudios para dedicarse, sobre todo, al sector de la construcción, tengan mayores posibilidades de retorno al mercado de trabajo.

Asimismo en Andalucía incluso sería necesario establecer un plan de acompañamiento para aquellos que se han visto obligados a emigrar y otro de retorno para favorecerles su vuelta.

Cualquier medida, aunque sea puntual y únicamente dirigida a colectivos concretos, es positiva siempre que vaya enfocada a favorecer el panorama laboral; si bien no puede quedarse solo en anuncios, como está sucediendo con la Garantía Juvenil cuyo desarrollo en España se ha limitado a un portal de inscripción en Internet. En Andalucía ni siquiera se ha llegado a eso.

En cualquier caso, lo que queda claramente manifiesto es que la crisis no puede ser la excusa que justifique la precariedad laboral de la juventud andaluza, como tampoco el ser joven puede ser la excusa que justifique la precariedad laboral en la que la juventud se ve inmersa; no olvidemos nunca que las personas jóvenes son trabajadores y trabajadoras con los mismos derechos laborales que la persona más experimentada, con el añadido de que de ellos y ellas no solo depende el presente de España y de Andalucía, sino también su futuro.

 

Francisco Carbonero Cantador

Secretario General de CCOO-A

@carboneropaco