Sin título-8Mientras estoy escribiendo estas reflexiones, en Mallorca, acaban de matar una chimpancé llamada Eva, ¿su delito?… escaparse del Zoo de Sa Coma. Ynos parece lo más natural que alguien, asumiendo su rol de líder (los guardias del parque), ha tomado la decisión, como mataron a Excalibur, “el perro del ébola” que no tenía ébola. Y yo digo, ¿éste es el modelo de líderes y de sociedad al que aspiramos?

Pasar del australophitecus hasta “esto”, son más de 4 millones de años y poco habremos aprendido cuando matamos para eliminar un problema. Este es el “liderazgo que no queremos”, pero que abunda, en nuestra sociedad, gente insegura que se siente amenazada y toma decisiones, sin empatía ninguna y sin reparar que la autoridad que ostenta se la debe a las mismas personas que trata de dirigir y debe servir para organizarles, hasta hacer más eficaz su trabajo.

Mientras Nitze nos hablaba del “super-hombre” y Max Weber del carisma, en la teoría del modelo de líder, diríamos “especial” en mi opinión, no hay más especialidad que la naturaleza que nos hace distintos por el ADN. Prefiero hablar del “rol” de liderazgo, por su relevancia, que de la genética de un modelo de líder, no siempre válido, como muy bien hemos comprobado.

Para mí, todo es mucho más fácil si aceptamos que cada cual debe ser líder de sí mismo y, en función de cada circunstancia, debe tratar de buscar un sentido a su vida. El modelo de líder que hace falta es aquel que muestra igual interés por las personas y por su trabajo, o sea por su función productiva; como diría Blake y Mouton, ser eficientes en una organización.

Si nos gusta este modelo hay muchas formas de ejecutar este propósito. Obviamente, un líder autoritario pensará menos en las personas, al contrario del estilo “laissez fair” que favorecerá la componente relacional y la libre iniciativa. Pero al final de lo que se trata, es de asegurarse que cada persona, como profesional, hace lo que sabe hacer, lo hace bien y como consecuencia, el resultado final es la  rentabilidad del negocio, que sigue  girando y además, aporte riqueza a la sociedad, que es el fin de toda empresa.

A menudo tendemos a buscar etiquetas y crear modelos de liderazgo que no prosperan más allá de la buena voluntad de los que los proponen, pero al final, ni todas las empresas pueden dirigirse de la misma forma, ni tampoco ningún líder vale para todo tipo de corporación. Si lo que deseamos es que funcione bien y la gente ponga su conocimiento al servicio de todos y prospere hay que empezar por tratarnos bien.

Hay cualidades que suenan muy bien pero se aplican muy mal, y éste sería el caso de los valores. Supongo que no hay ninguna organización que esté en el mercado con su plan de marketing y su gama de productos o servicios que no diga que trabaja de forma ética, y como quiera que esta consideración depende de la voluntad popular, para una sociedad puede resultar ético que los niños trabajen, para otra que las mujeres ganen menos por el mismo trabajo y para una sociedad espejo como la americana, que las prestaciones sociales no sean obligatorias. Allá cada uno con su conciencia. Como decía Sartre, “la conciencia vive en el mundo que acabamos de crear cada uno de nosotros”, por eso nadie se avergüenza de que asesinen un pobre mono, ni que torturen animales, ni nos ruborizamos porque lideren supuestos directivos, cuyas credenciales no trasciendan más allá que algún titulo o máster, aunque no tengan ni experiencia ni ganas.

 

Miquel Bonet

Abogado, profesor, autor de “Búscate la vida”