La vorágine del momento político en el que estamos inmersos tras las elecciones municipales y autonómicas centra todos los debates y ha relegado a un segundo plano, mediático eso sí, una realidad que sigue cercenando los derechos de la gente en su día a día. Cuando se cumplen tres años de la publicación en el BOE de la “versión definitiva” de la reforma laboral de 2012, sus efectos se han ido acomodando en la sociedad y solapando con discursos optimistas del Gobierno; discursos que presumían de recuperación económica y de creación de empleo, pero que chocan con una realidad que habla de precarización y destrucción del mercado laboral. Tanto es así, que el presidente del Gobierno ha tenido que reconocer que hasta 2019 no habrá pleno empleo en España, retrasando en 7 años las primeras previsiones y evidenciando que la reforma laboral no ha servido ni para crear empleo ni para salir de la crisis en condiciones de dignidad, como se nos prometía.

Francisco CarboneroLos datos así lo constatan con la destrucción de 226.000 empleos en Andalucía entre 2012 y 2013, más de 900.000 personas que ya no perciben ningún tipo de prestación y se han quedado sin cobertura, y casi la tercera parte de las rentas salariales anuales inferiores al salario mínimo interprofesional. Dicen que las cosas son de un modo u otro en función del prisma desde el que se vean, pero estos datos no dejan lugar a dudas. La reforma laboral ha sido y es un fracaso y el primer paso para conseguir lo que se supone que España conseguiría con su implantación es, precisamente, derogarla.

Estoy convencido de que en los meses venideros, con la campaña de verano en pleno auge y unas buenas previsiones turísticas, se va a crear empleo y el Gobierno se jactará de la bajada del paro, pero la cuestión es, ¿qué tipo de empleo es el que está bajando las cifras de personas desempleadas? No podemos salir de la crisis sobre los mismos errores que nos llevaron a ella y el Gobierno tiene que ser serio y no pretender hacerle creer a la gente que la recuperación económica se está produciendo porque hay menos paro cuando el empleo que se ofrece es estacional, precario, abusivo en muchos casos y se crea con la misma facilidad que se destruye.

Claro que es importante que se cree empleo y claro que es importante el sector turístico, pero no olvidemos que para dar un servicio de calidad hay que empezar porque las personas que se encargan de hacerlo tengan a su vez unas condiciones laborales dignas y eso con la reforma laboral se vuelve extremadamente complicado. De hecho, uno de sus efectos ha sido provocar el aumento de la cifra de contratos a tiempo parcial, lo que en la práctica se traduce en contratos por cuatro horas cuando en realidad se trabajan ocho o más.

De este modo, mientras el Gobierno de España asentó la justificación de su reforma laboral fundamentalmente en las ideas de crear trabajo, -fomentando la contratación indefinida y aumentando la estabilidad-, y darle flexibilidad interna a las empresas como alternativa a la destrucción de empleo, vemos como la estacionalidad es la forma preferente de las contrataciones, la precariedad abandera el mercado de trabajo y la flexibilidad se traduce en despidos sin argumentos y en horas trabajadas en fraude de Ley.

La negociación colectiva ha sido sin duda otro de los enemigos de la reforma laboral desde su puesta en marcha, si bien empresarios y sindicatos han conseguido cerrar el Tercer Acuerdo de Negociación Colectiva a nivel confederal en un ejercicio de responsabilidad que debería extenderse a Andalucía.

Pese a los datos demoledores que está dejando en España la reforma laboral, 771.000 hogares sin ingresos laborales en el primer trimestre del año, 40.000 más que en el trimestre anterior, en los que viven 1.600.000 personas, de las cuales 330.000 son niños, la derecha europea sigue sin darse por satisfecha y organizaciones como el FMI vuelven a instar a España a hacer más reformas que pasan por el contrato único, el copago sanitario o la subida del IVA.

Sinceramente, me cuesta entender la profesionalidad de quienes integran este organismo. Será que es más fácil seguir asfixiando a los sectores más débiles de la población y tener contentos a la gran banca y a la parte más solvente del sector empresarial y del IBEX35, que pararse a hacer un análisis de la realidad de España y de las necesidades de quienes viven en nuestro país para plantear soluciones que vayan en favor del crecimiento de la economía pero, al mismo tiempo, no destruya derechos y beneficie a la mayoría. Una mayoría en la que se incluyen los pequeños y medianos empresarios que también han salido malparados porque si los trabajadores y las trabajadoras no tienen empleo ni salarios dignos no pueden consumir.

Por eso, este tercer aniversario no puede venir acompañado más que de adjetivos negativos para definir los efectos de la reforma laboral en España y de una crítica contundente a las verdaderas intenciones que escondía una reforma que fue presentada por el gobierno como la panacea para salir de la crisis.

Si algo no funciona sencillamente se cambia y los datos y la realidad de la gente, tanto de la que trabaja como de la que no, evidencian el fracaso de la reforma laboral y de las políticas del Gobierno, así que a qué están esperando.

 

Francisco Carbonero Cantador

Secretario General de CCOO-A

@carboneropaco