A propósito de los recursos humanos, parece que estas dos palabras solo  sirven para aliviar o justificar que las personas somos más mediocres de lo que creemos ya que, por mucho cuuriculum profesional al final la competitividad del mundo empresarial, acaba colocando a cada uno en la función que le toca, aunque a veces cuesta descubrirlo. Y a pesar de que en el camino se queden muchas promesas frustradas, esto es bueno, porque sin frustración no hay rectificación.

Foto Miquel BonetPero aquellas empresas que ven solo un poco más allá, y que son las pocas, se están dando cuenta de que la auténtica batalla tendrá que ver con la retención del talento. Han comprobado que, durante estos siete años de crisis, muchas organizaciones se han esmerado en “limpiar” plantillas a través de ERE u otras fórmulas de flexibilidad más o menos legales con el propósito de bajar costos, pero en el camino de algunas forzadas “prejubilaciones” han mandado a la calle a personas que poseían conocimiento crítico, que ponían en valor algo más que la función laboral.

Entonces, ¿“los de recursos humanos” donde estaban? Os lo diré; muchos no se han enterado y a la mayoría no les han dejado porque son decisiones estratégicas “vienen de arriba” y con ello se han destapado varios razonamientos:

Primero, que una cosa es predicar (selección, psicometría, evaluación del desempeño, indicadores de gestión, competences assesment, etc.) y otra muy distinta consiste en aplicar un método, asumir las consecuencias y… aplicarlas.

Segundo: como decimos los docentes, una cosa es formar y otra aprender, y también está el tema más importante, que no es otro que el liderazgo, porque la asunción del rol de líder de la propia vida ya es un problema. Pregúntale a la gente lo que quiere hacer con su vida a ver si lo sabe, o dónde se ve en los cinco próximos años, o que le gusta de verdad.

Al final, puede que el talento se nos vaya porque no está bien liderado y, a la vista de los modelos que tenemos en la sociedad, no os quepa la menor duda que al final el problema tenga que ver con la educación del liderazgo, y eso no es un invento de ahora. Hace más de dos mil años Epicteto decía que quien no es “dueño de sí mismo, no puede ser libre” y para mandar hay que conocerse, cultivarse, aprender y mostrarse como ejemplo. Con más cultura somos más libres para decidir qué comprar, qué hacer, qué escuchar y a quien seguir.

No nos engañemos, la rueda de la economía necesita recursos, o sea máquinas, procesos y personas, gente que solucione problemas y para eso hace falta talento. Cuando lo tenemos hay que educarlo y ayudarlo para que salga y se desarrolle, y éste es un reto para los recursos humanos del futuro: descubrir qué tienes y buscar lo que te falta y, si no lo encuentras fuera, educas lo que tienes en casa. Pero el problema consiste en descubrirlo y ahí están los profesionales auténticos.

Para ser descubridor no hace falta ser un privilegiado; podemos hacerlo desde nuestra mediocridad, simplemente  atreviéndonos a asumir el rol de líder, este instinto para descubrir el potencial de cada persona y tener habilidad para atraerlo y alinearlo con los objetivos de cada organización, fijaos que fácil, ¡Ah!

Por tanto, bienvenidos los mediocres y los humildes, porque si son capaces de ver a los demás desde el mismo rasero, es más fácil notar los que destacan y puede que, así, descubramos a los líderes que nos llevarán a construir un futuro algo mejor.

 

Miquel Bonet

Abogado, profesor, autor de “Búscate la vida”