Solemos analizar el mundo laboral desde dentro, pero ¿cómo se ve desde fuera, desde el principio? Ese origen que, a veces, olvidamos y que tan necesario es en la visión de futuro. Para aportar esa perspectiva desde esta gran ventana que es Agenda de la Empresa, he aquí la reflexión de una de esas jóvenes promesas que ya llega…

"Todo cambio es difícil. Tiene sus pros y sus contras. Con cada paso que damos avanzamos con ilusión hacia algo nuevo, hacia algo por lo que hemos luchado, sin embargo, dejamos atrás una etapa que, buena o mala, jamás podremos repetir. Uno de los pasos más decisivos es el de entrar en  la universidad. Momento culminante en el que debes de responder a esa pregunta que cuando éramos  pequeños nos resultaba tan sencilla: "¿Qué quieres ser de mayor?". Simplemente sonreías y soltabas ¡Yo quiero ser domadora de leones! o policía, hasta tigre o tiburón. Claro que siempre estaba aquel que se debatía entre la duda: "Pues yo quiero ser o Científico-astrónomo-físico-paleontólogo o Spiderman". Pero a la hora de la verdad mil dudas hacen que te dé vueltas la cabeza. Se trata de decidir lo que vas a ser en la vida. Aquí es cuando se plantea una nueva pregunta: ¿Qué es lo que espero de ella? Amor, dinero, casa, familia, fama.  Pero, ¿cómo conseguirlo? Se trata de encontrar tu lugar, tu vocación. Es entonces cuando evalúas tus habilidades, tus aficiones y tu verdadera pasión y entonces… DECIDES.

Escoges tu propia meta, debes llegar allí. Estudias durante unos años con la vista puesta en el objetivo y cada día, ves más y más cerca la casilla de llegada, sabes que falta poco, un pequeño empujón más. Porque más allá de la cinta que guarda el final de tu camino como estudiante hay un mundo diferente, un mundo sin notas ni exámenes, sin profesores ni recreos, sin excursiones ni cinco minutos entre clase y clase. Éste es un mundo espeluznante y algo aterrador. Se te plantea una inquietante situación. Sabes que al empezar a trabajar y entrar en ese gran mercado de personas  que es la empresa serás el último mono. Sabes que deberás agachar la cabeza y trabajar como un condenado e ir escalando, sembrando y recogiendo para llegar a una cima en la que ya clavaste tu propia bandera.

Todos esperamos tener un buen nivel económico pero sin matarse a trabajar. Todos tenemos unas expectativas y llegamos a este nuevo mundo pensando únicamente en las cosas que comprarás, en los sitios a los que viajarás, las fiestas a las que irás. Capítulo 1: "Encontrar trabajo". Tienes tu currículum a punto, te pateas la ciudad de punta a punta y surcas el gran océano de Internet en busca de algo que sea para ti. Buscas algo que tenga que ver con tu carrera, que tenga un buen sueldo, que tenga un horario aceptable, que te quede cerca de casa, con unas buenas vacaciones y si además te ponen coche de empresa, mejor que mejor. ¡Qué feliz se es viviendo en tu mundo de inconsciencia! Sonrisas de medio lado que se escapan al ver ante ti a esa maravillosa, casi mágica, tarjeta. Maravilloso rectángulo de plástico que te otorga el milagroso poder del capricho. Lo malo es que en seguida uno se da cuenta de que no todo lo que reluce es oro. Poco a poco van surgiendo los problemas. Entre que buscas y te vas desesperando, el buzón  amenaza con estallar a base de facturas.

La tarjeta de crédito se convierte entonces en un objeto maldito a guardar bajo llave. Así que vas renunciando a comodidades, adiós a levantarse tarde, adiós a los fines de semana, hola línea de autobús 35,7 y  42. Te olvidas de las vacaciones y rezas por aplacar las facturas con el salario mínimo. Aún así te queda la esperanza de trabajar en algo que te guste, que te llene y te motive. Y por fin lo encuentras, ya es tuyo. Te consuela saber que tras tantas decisiones, tantas dudas y tanto estudiar, tus cafés son de lo mejorcito que se han probado por ahí".

Alba Díaz del Río Mancheño.