La proliferación de las aceleradoras de empresas emergentes por toda la geografía española, que acompañada de los programas de aceleración, impulsados por las distintas administraciones, y que surgidas durante la crisis, fomentan el espíritu emprendedor de los jóvenes, es una tarea merecedora de los mejores elogios, pues es una labor necesaria para el crecimiento económico de nuestro país.

El concepto de aceleradora nace en Estados Unidos, en el mítico “Silicon Valley”, donde la cultura del capital riesgo, y en especial, del capital semilla estaban muy arraigados desde hacía décadas. Es una característica fundamental de las aceleradoras tecnológicas la provisión de capital semilla, que por lo general se encuentra entre los diez mil a los veinte mil euros por cada startup. Como podemos comprobar, este factor no se da en todas las aceleradoras existentes en España. Al estar ligado a Silicon Valley, resulta obvio decir que en un principio, y en esencia, se trata de acelerar a empresas del sector de las tecnologías de la información. Aunque decir esto hoy día es lo mismo que decir de cualquier sector, pues la Transformación Digital está presente en todas las empresas y administraciones, y si no están en este proceso, están próximas a su extinción.

adolfo-borrero-211x211Aceleradoras versus Programas de aceleración

Por otra parte, conviene distinguir entre una empresa cuya misión es servir de aceleradora y los programas de aceleración de las administraciones. Impulsados por los ayuntamientos y usando fondos europeos canalizados por la administración central, los programas de aceleración son un instrumento eficaz para cubrir necesidades básicas de los emprendedores, que se centran en el desarrollo del Plan de Negocios y la Formación elemental empresarial. En algunos casos, se han dotado de subvenciones a fondo perdido, que sirven para estimular el proceso de creación de empresas. Los programas de aceleración de este tipo tienen un problema: la falta de continuidad en el tiempo al depender de la disponibilidad de los fondos así como de la política que marca cada administración. Y este es un aspecto diferencial con las empresas aceleradoras, que mantienen la continuidad en el tiempo y por tanto perfeccionan y actualizan su modelo permitiendo industrializar el proceso. Es por ello que son capaces de retener a los mejores mentores, al no tener que buscarlos ad hoc, mantener relaciones estables con los grandes proveedores de tecnologías y servir, programa tras programa, a la comunidad inversora.

Las grandes aceleradoras de Estados Unidos como Y-Combinator o Techstars, concentran los grandes valores de las startups más exitosas. En Europa no nos estamos quedándo tan atrás, aunque hay ya mayor cultura del “Venture Capital”, todavía nos separa mucha distancia de la existente en Estados Unidos. Los levantamientos de capital de las europeas suelen ser menores en diez órdenes de magnitud que las equivalentes americanas. Una excepción es el caso de Sigfox, que ha alcanzado el record con ciento once millones de euros, lo que le está permitiendo liderar el proceso de despliegue de la Internet de las Cosas (IoT) en el mundo. Pensamiento global, fondos para crecimiento global: es lo que nos distingue en muchas ocasiones de la visión americana.

La colaboración establecida entre las aceleradoras europeas y americanas, como es el caso de Bolt y Techstars, permite romper esta barrera para las startups, permitiendo una mayor expansión internacional, al acceder a un ecosistema global que permite a las empresas y emprendedores tecnológicos acercar las últimas mejoras en tecnología en mercados donde pueden construir sus negocios.

Las aceleradoras anteponen las personas al resto de factores que constituyen una empresa porque consideran que los grandes empresarios son los que construyen las grandes empresas. Es en este aspecto donde el valor de las aceleradoras distingue a las mejores del resto.

 

Adolfo Borrero

Fundador de Bolt