El temor a la quiebra griega ha vuelto a poner en el disparadero a ambas economías. De hecho, el agravamiento de la crisis de deuda pública durante este verano ha provocado la intervención de facto de estos dos estados, después de que el Banco Central Europeo se viera obligado a comprar bonos españoles e italianos el pasado agosto a fin de atenuar el inasumible coste financiero que exigía el mercado.

Sin embargo, esta medida es meramente temporal y ahora se teme que la crisis griega acabe por arrastrar a otros socios. El problema es que en ausencia de eurobonos y ampliación del actual Fondo de rescate europeo, España e Italia quedarían a la deriva. A día de hoy no existen mecanismos europeos en caso de que cualquiera de estos estados precise ayuda. Ante tal escenario, el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de lanzar una posible solución. Un alto funcionario del Fondo señala que, si bien España e Italia están “haciendo mucho” para hacer frente a los problemas de sus finanzas públicas y sus deudas, cree que necesitarán apoyo internacional para evitar el contagio.

Aunque luego lo negó, es la primera vez que se admite en público tal posibilidad, si bien se lleva debatiendo desde hace meses a puerta cerrada. En junio de 2010, apenas dos meses después del primer rescate de Grecia, saltó a la luz un plan de liquidez diseñado específicamente para España por los técnicos del la UE, el FMI y el Tesoro de EEUU.