El libro, a pesar de los numerosos factores que han perturbado su, hasta hace escasos cinco años, estable existencia, sigue siendo uno de los soportes de mayor impacto en el ámbito de la educación y de la cultura de nuestro país. Aún faltan numerosos datos que nos permitan valorar de forma fotográfica la situación por la que atraviesa el sector en este año 2015, pero la tendencia mostrada por los observatorios que trabajan en valorar su situación hacen prever que se va a mantener la subida, aunque leve, experimentada a lo largo de 2014, que mostraba un incremento del 0,6 por ciento de crecimiento con respecto al año anterior, lo que le convertía en el primer incremento tras el inicio de la crisis.

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No es fácil enfrentarse a un escenario de constante evolución y, además, a un descenso continuado de las ventas, y es que los datos de 2013 nos hicieron retroceder casi veinte años; la facturación del mercado interior registró un descenso del 11,7%, dejándoles ante un escenario demoledor. Datos que lógicamente afectan a todos los implicados, no sólo a las editoriales, por lo que resulta estrictamente necesaria la creación de estrategias sincronizadas que sean capaces de preparar al sector a un entorno totalmente cambiante pero anclado en cánones tradicionales de producción, comercialización y distribución. Entorno de continua evolución auspiciado por múltiples factores, como la innovación tecnológica, la globalización del mercado, la reorganización de procesos productivos, cambio en el comportamiento de los consumidores, la aparición de nuevos soportes y modelos de consumo, nuevos canales para la venta y la facilidad para reproducir de forma fraudulenta el producto libro en todas sus variantes.

Estos cambios deben ser agentes motivadores para, sobre todo, hacer un esfuerzo a nivel estratégico y para convertir al sector editorial en un referente de la innovación y la internacionalización, sólido y fuerte ante los cambios. Aquí el esfuerzo por parte de la Asociación de Editores de Andalucía debe ser trabajar en la renovación del concepto editorial y dotar al contenido de mayor protagonismo en detrimento de los formatos o soportes. El contenido debe ser el producto editorial protagonista y cuando consigamos entenderlo de esta manera, consideraremos todos los avances en la tecnología de consumo como una oportunidad para llegar a más lectores de una forma aún más íntima e integrada con su patrón de lectura. Por ello, siempre es importante mirar hacia atrás y hacerlo con una actitud crítica, observando los cambios acontecidos y las respuestas ofrecidas, para aprender y tomar decisiones para el futuro. Cambios que, sin duda, deben tener en cuenta un dato que, quizás, pasa desapercibido por los interminables debates sobre libro electrónico o papel, y es el ajuste de la oferta-demanda de los últimos años.

Debemos comprender que el beneficio no está en imprimir el máximo número de títulos y que éstos entren en un modelo tradicional de comercialización y distribución, sino en aprovechar todas las ventajas que nos ofrece la tecnología productiva y de lectura para llegar al máximo número de lectores con todos los títulos editados, el paradigma ha evolucionado. Ahora existe la posibilidad de vender y después producir o enviar el contenido, modelo que ha sido extendido por los grandes ecommerce que han arrojado luz sobre el long tail o larga cola, con permiso por supuesto del 80/20. Un long tail que ha conseguido despertar en el editor una opción, olvidada, para comercializar su catálogo, ya que no sólo dependemos de la novedad editorial y de la impresión y distribución de una selección de unos títulos de los que esperamos vender múltiples unidades, sino que la venta de menor número de unidades, pero de todo el catálogo, nos permite mejorar la rentabilidad y el ciclo de vida de los productos editoriales. Esto, y repetimos, es posible gracias a la introducción del ecommerce y de nuevos modelos productivos como la impresión bajo demanda, que permiten que cada vez más ese ajuste entre la oferta y la demanda de libros producidos vaya igualando la cifra.

Pero, por delante y por encima de todo esto, no hay que olvidar que el libro es mucho más que eso; no sólo es un área de negocio dentro de la actividad empresarial de un país, sino que es el estímulo y el resultado del desarrollo de un país; por eso es necesario que se construyan y apliquen políticas públicas que promuevan la lectura, protejan su creación y fomenten su difusión. El libro permite divulgar, conocer, aprender y compartir; sin una industria del libro comprometida con la sociedad y sin una sociedad consciente del papel del libro, la cultura queda paralizada.

 

Miguel Ángel Sánchez Maza

Presidente de la Asociación de Editores de Andalucía