Echando un vistazo a los programas de sobremesa en televisión, especialmente los que tratan los temas del corazón sin ser cardiólogos, podemos comprobar lo vacíos que están quedando los armarios al salir tanta gente de ellos reconociendo (o reivindicando) su homosexualidad públicamente.Desde que entró en vigor la Ley que permite el matrimonio entre homosexuales se ha despertado un interés especial por la naturaleza de la orientación sexual de las personas. ¿Qué es lo que hace que seamos heterosexuales, homosexuales o bisexuales? ¿Hay un componente genético? ¿Se debe a la cultura y aprendizaje a lo largo de la vida? o ¿será una combinación a partes iguales de ambos factores?Según un estudio sueco realizado por investigadores del Hospital de la Universidad de Karolinska, en Estocolmo, y publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences; en investigaciones recientes se ha comprobado que un compuesto de la transpiración de los hombres estimula el cerebro de los gays y de las mujeres, pero no tiene ningún efecto en los hombres heterosexuales. Esto avalaría la idea de que el cerebro de los hombres homosexuales y heterosexuales es diferente. Cuando las mujeres huelen el AND (un derivado de la testosterona masculina que se encuentra en el sudor de los hombres) y los hombres huelen el EST (la sustancia femenina equivalente), se activa una región del hipotálamo. De esta forma, en el estudio se comparó las reacciones de 12 mujeres, 12 hombres heterosexuales y 12 homosexuales. Les hicieron oler EST, AND y otros olores comunes como lavanda, romero, etc. y registraron las respuestas cerebrales. Así se comprobó que en los hombres homosexuales, al igual que en las mujeres, se produjo la activación del hipotálamo en respuesta al AND, la sustancia masculina. Sin embargo, esta activación no aparecía en el cerebro de los hombres heterosexuales expuestos al mismo olor. La región del cerebro que respondió con más fuerza fue el hipotálamo anterior, que está involucrada en el comportamiento sexual. Los otros olores, en cambio, fueron procesados en los tres grupos por igual. Estos descubrimientos sugieren una conexión entre la orientación sexual y los procesos neuronales del hipotálamo, además de que se abre el debate sobre la posibilidad de que haya factores biológicos que contribuyan a la orientación sexual. Es decir, que la homosexualidad se basaría en cuestiones biológicas y no en una conducta aprendida. Se nace homosexual, no se hace.Por lo tanto, hay que dejar claro que la homosexualidad no es una enfermedad, ni es una actitud que se pueda aprender ni enseñar. Más bien podríamos comparar la orientación sexual con ser zurdo, diestro o ambidiestro. Las causas de la orientación sexual están en el cerebro, pero no puede decirse que sea una patología, como no puede decirse que un zurdo sea una persona enferma.El hecho de que hoy en día ser homosexual parece que esté de moda es porque hay una apertura hacia la libertad de expresión. Entre un 2% y un 10% de la población expresan hoy públicamente su condición homosexual. Siempre han estado ahí, pero hasta ahora no habían podido expresarlo abiertamente. Pero en este segmento social; por cierto, cada vez más en el punto de mira de empresas que diseñan servicios y productos específicos para ellos; hay un colectivo a quienes no se les ve, pero existen. Son esos cientos de miles de gays y lesbianas mayores de 65 años que viven en España la doble discriminación de su orientación sexual y del envejecimiento. Según un informe de Beatriz Gimeno, presidenta de la Federación Española de Gays, Lesbianas y Transexuales, ahora están llegando a la vejez las personas que vivieron su juventud bajo el franquismo. Es una generación que sólo pudo salir del armario en su madurez. Para algunos de ellos, que son además portadores del VIH, no hay ningún tipo de atención especializada prevista. Para la mayoría de los gays y lesbianas mayores el principal problema es la soledad. Muy pocos tienen hijos que se hagan cargo de ellos y muchos han roto los vínculos con su familia para poder vivir su sexualidad con libertad. Algunos han creado familias paralelas con sus parejas o amigos, pero en muchos casos las personas que las forman son también mayores o han fallecido. Si quieren ser atendidos, tienen que conseguir una cama en una residencia, algo difícil para todos los mayores (según un estudio de la Fundación La Caixa, sólo hay plazas para el 2,8% de los mayores). Pero en estos centros ni se plantean que pueda haber personas mayores que sean gays o lesbianas. En ninguno se contempla que puedan convivir con sus parejas. Ello les aboca a vivir sus últimos días ocultando su orientación, encerrados en el peor de los armarios.Sin duda aquí se encuentra una oportunidad de negocio en paralelo con una necesaria labor social. Pedro Cardeñosa Nietoinfo.soma@psicomotivacion.com