El concepto de corresponsabilidad, entendido como responsabilidad compartida, es un término muy empleado en los últimos tiempos y desde todas las esferas cuando se habla de la igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, una cosa es lo que se defiende en la teoría y otra muy diferente la que se ejecuta en la práctica.

Uno de los máximos exponentes de esa divergencia lo encontramos en el ámbito laboral, donde la brecha salarial entre hombres y mujeres se sitúa en el 24,1% en Andalucía y donde el 19,4% de las mujeres en edad de trabajar permanecen inactivas para atender las labores del hogar. Sin duda, la corresponsabilidad es buena, pero para que sea efectiva todas las partes implicadas, esto es gobiernos, empresas y sociedad, tenemos que abordarla desde una perspectiva global y trufar todas nuestras propuestas con la igualdad como ingrediente indispensable.

Francisco-Carbonero12-439x451En CCOO tenemos el convencimiento de que solo así la corresponsabilidad traspasará la esfera de los buenos propósitos para convertirse en realidad tangible, como ya sucede en nuestra organización, donde la paridad está presente en todos nuestros órganos de dirección, y donde la igualdad salarial no entiende de hombres ni de mujeres sino de personas.

Marzo es, precisamente, uno de los meses más proclives del año para que cuestiones como estas salten a la esfera pública debido a la celebración del ‘Día Internacional de la Mujer’ el 8M, pero la falta de corresponsabilidad o la desigualdad salarial son temas que cada día miles de mujeres sufren en la esfera privada de sus empresas y de sus hogares, por lo que no basta con llenar de buenas intenciones los espacios ese día y 24 horas después que todo siga como siempre. Hay que actuar, y hay que hacerlo desde todas las esferas, empezando por un sistema educativo no segregador donde niños y niñas reciban una educación de calidad y no diferenciada, continuando por un mercado laboral en el que las mujeres dejen de estar relegadas al ámbito doméstico, -efecto directo de la reforma laboral-, de ocupar trabajos que tienen una menor consideración social, o de sufrir temporalidad en tasas cercanas al 35% y parcialidad en el 41,5% de las contrataciones.

Y es que la brecha salarial, esa que indica que una mujer cobra un 24% menos que un hombre, es, en realidad, la suma de todas las discriminaciones que sufre una mujer en el ámbito laboral pero también social. Si ahondamos un poco en este tema vemos que la mayor distancia económica radica, por un lado, en los pluses y complementos, no porque ‘per se’ sean discriminatorios, sino porque pluses como el de nocturnidad, de absentismo, de productividad, o de fines de semana quedan relegados en la mayor parte de las ocasiones a la esfera masculina, mientras la mujer es quien se encarga del cuidado de hijos y de personas mayores. Ahí se demuestra que no hay corresponsabilidad.

La reforma laboral ha contribuido con sus recortes laborales y sociales a agravar esa situación; por un lado precarizando el empleo y por otro paralizando el sistema de dependencia, lo que ha obligado a muchas personas, mayoritariamente mujeres, a hacerse cargo renunciando o limitando su papel en el mercado laboral. Pero no es sólo cuestión de los gobiernos abordar esa desigualdad. Las empresas pueden y tienen que jugar un papel protagonista en pro de esa, ahora, utópica igualdad, porque las capacidades no entienden de género y, de hecho, los últimos datos demuestran que en 2015 el colectivo de mujeres trabajadoras autónomas irrumpe con fuerza  y supone ya casi el 10% del empleo femenino en Andalucía. Por el contrario, los puestos de responsabilidad en las empresas siguen siendo territorio masculino.

Datos como estos constatan que las mujeres son emprendedoras y capaces, pero que la esfera empresarial sigue sin ser consciente de ello. La otra esfera, la de la sociedad, también debe concienciarse de que no hay trabajos de hombres o de mujeres, sino de profesionales; solo así las mujeres dejarán de encuadrarse laboralmente en sectores feminizados que, por lo general, tienen una menor consideración social.

Las mujeres trabajadoras tienen que dejar de ser vistas como el complemento en la esfera laboral y el todo en la esfera doméstica si de verdad esta sociedad quiere avanzar hacia una corresponsabilidad que haga iguales a hombres y mujeres para ganar en derechos y en democracia. Ellas lo tienen claro, CCOO también.

 

Francisco Carbonero Cantador

Secretario General de CCOO-A

@carboneropaco