La enorme afluencia de público que ha visitado el templo sevillano de El Salvador durante las jornadas de puertas abiertas, tras casi cinco años de trabajos de restauración, supone mucho más que una cifra elevada. A la espera de la consagración del templo el próximo 2 de marzo, se devuelve a la ciudad no sólo su centro neurálgico, sino también un enclave que fue edificio público romano en sus inicios, después mezquita y, finalmente, una iglesia barroca. Pero, además, demuestra que la rehabilitación y conservación de enclaves, sean del tipo que sea, despiertan cada vez un mayor interés por parte de los sectores público y privado y de la sociedad en general, quizá atraídos por la rentabilidad recién descubierta de este tipo de acciones.

En efecto, la amalgama de efectos positivos que generan merece una reflexión. El pasado ejercicio, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía recogía el Premio Europa Nostra por la restauración de la Iglesia de San Juan de los Reyes, en el Albaicín granadino, un edificio mudéjar del siglo XVI que conserva el alminar de la mezquita que le precedió en el XIII y que corría un serio peligro a comienzos de los 90. Siete años de rehabilitación han merecido este prestigioso galardón, que viene a demostrar que -tanto para las empresas privadas como para las instituciones públicas- la restitución del aspecto o actividad de los enclaves aporta un valor añadido impagable: el prestigio.

Además, la conservación es también económicamente rentable. Hace escasas fechas, se daba a conocer un estudio de la Sociedad de Estudios Económicos de Andalucía (Eseca), que medía en 60 municipios, las repercusiones socioeconómicas derivadas de la declaración de los parques natural y nacional de Sierra Nevada (Granada-Almería). Realizado entre los años 1989 y 2005, concluye que la protección de Sierra Nevada ha permitido tanto el crecimiento de vecinos, como del tejido empresarial, generando un gasto turístico, sólo en el último año, de 220 millones de euros y más del 18% de empleo en la zona. Frente a estos datos, uno de los argumentos esgrimidos por ciertos colectivos para oponerse a la protección de un determinado territorio -el impacto económico negativo que este tipo de actuaciones origina- pierde peso.

Finalmente, la recuperación de antiguos edificios permite la creación de nuevos enclaves en marcos inigualables que enriquecen culturalmente a la ciudad, como la puesta en marcha de la primera sala permanente de arte emergente de Andalucía, ubicada en la iglesia desacralizada de Santa Lucía de Sevilla, que acaba de abrir sus puertas tras dos años de trabajos. Y, sobre todo, nos ofrece la posibilidad de conocer nuestro pasado, nuestras raíces al fin y al cabo, tan necesarias para entender la sociedad en la que hoy vivimos y comprender en todas sus dimensiones nuestra propia trayectoria vital. Los ejemplos se multiplican a nuestro alrededor: la restauración de la Catedral de Sevilla ha permitido conocer cómo era el templo sevillano cuando concluyó su construcción en el 1506 en todos su matices y tonalidades, pero también las costumbres y características de la época; y la rehabilitación del cenobio del Convento de Santa Clara de Sevilla ha permitido reconstruir la residencia palaciega del infante Don Fadrique, ejemplo único de la arquitectura mudéjar del siglo XIII -edificio civil en pie más antiguo de la ciudad- y conocer datos sobre este período de tiempo. Pero desde luego, si hay un ejemplo que unifica estas dos características es la idea de la Fundación Reales Atarazanas de Sevilla de convertir este singular y emblemático monumento en Museo Marítimo, lo que recuperaría para la ciudad un espacio magnífico con un nuevo uso y sacaría a luz la realidad de la historia naval de la España del siglo XIII en adelante y el importante papel de Sevilla en la Carrera de Indias.

En definitiva, un deseo -el de la restauración y conservación- que esperan muchos enclaves en todas las provincias de Andalucía y que esperemos vean convertida en realidad pronto. Mientras, podemos deleitarnos visitando la recién inaugurada exposición Los Grecos del Mundo del Greco -en el Museo de Bellas Artes de Sevilla hasta el 30 de marzo-, que recoge algunos de los lienzos realizados por el artista en la última etapa de su vida, piezas que hasta finales del pasado año y durante casi un siglo no habían salido de la casa del pintor en Toledo, ahora en obras. El museo sevillano también espera que la suerte de la restauración llegue y le permita ampliar definitivamente sus instalaciones con la recuperación del vecino Palacio de Monsalves.

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