Según Eric von Hippel, profesor de Gestión de la Innovación en el MIT, el 70% de las innovaciones proceden de los usuarios. Además, son múltiples las metodologías que permiten impulsar y gestionar la innovación en determinados grupos o empresas. Esta realidad nos aparta de la imagen del sabio loco, del inventor genial y contempla una idea nueva, la de la innovación democratizada. Lo importante es “que las musas te encuentren trabajando”, afirmaba Picasso.

En el mercado laboral tradicional no abundan los perfiles de I+D puros, quizá porque tengan un desarrollo  profesional diferente, que en muchos casos permanece vinculado a los laboratorios universitarios. Además, a estos profesionales no les suelen seducir la dinámica de trabajo empresarial, donde una decisión económica puede acabar en segundos con un proyecto apasionante. En paralelo, en los países occidentales más avanzados, el I+D+i atrae más a los investigadores foráneos que a los estudiantes locales, que prefieren desarrollar una carrera empresarial mejor remunerada.

Imma MartinezEl I+D requiere profesionales altamente especializados y experimentados en nichos de actividad muy específicos. Se requiere saber mucho de una parcela muy pequeña del conocimiento. Los sectores que más demandan este tipo de profesionales son los técnicos en ámbitos como la ingeniería, la robótica, la automoción, la biotecnología, la informática -hardware y software- las ciencias médicas, las matemáticas, la física, los laboratorios farmacéuticos… A menudo, el problema para encontrarlos es que deben saber mucho de algo que apenas tiene unos meses en el mercado, un ejemplo son los bio informáticos o los científicos de datos. Se trata de ciencias muy recientes que todavía no han llegado al currículo universitario. Es decir, nos encontramos con un importante gap de habilidades y conocimientos.

Perfiles multifacéticos. Si entramos en las demandas habituales del mercado laboral, encontramos entre los perfiles más solicitados los de ingenieros, comerciales y profesionales de las tecnologías de la información. Cada vez es más importante que estos nuevos profesionales tengan un perfil multidisciplinar, con una gran polivalencia, capacidad analítica y orientación a resultados, así como una visión estratégica, proactividad y adaptación al cambio, necesidades que están más presentes que nunca en las empresas.

Orientación al negocio. Las empresas sólo miden la I+D de acuerdo con el impacto que tiene en sus resultados. Y por eso, únicamente desarrollan aquello que pueda generarles negocio. En el ámbito público, donde el acceso al puesto funciona casi siempre por otros canales, las inversiones en I+D+i se han reducido en los últimos años, lo que ha tenido un importante efecto negativo en esta actividad. Muchos investigadores han migrado a otros países y otros se han ido a la empresa, donde a menudo sus funciones tienen poco que ver con la investigación.

Declive. En 2012, la actividad de I+D ocupaba en España, con dedicación variable, a un total de 342.901 personas, que representan 208.831 en equivalencia a jornada completa (EJC). De estas personas, 215.544 eran investigadores, cuyo equivalente en jornada completa era 126.778, el 60,7% del total. Esta proporción, que se mantiene prácticamente fija desde 2007, implica que cada investigador dispone, en promedio, de 0,65 auxiliares para sus trabajos de investigación. Si se observa la evolución del número de personas empleadas en I+D en equivalentes a jornada completa, se puede ver que entre 2010 y 2012 el personal de I+D de las administraciones públicas se redujo un 9,2% y el de la enseñanza superior un 7,3%, mientras que, en ese mismo periodo, el sector privado redujo su personal solamente un 3,1%. En conjunto, el personal de I+D que más ha crecido desde 2000 a 2012 sigue siendo el de las administraciones públicas, con un 87% del crecimiento total, mientras que el del sector privado ha crecido el 84% y el de enseñanza superior el 56%.

Cambio del modelo educativo. Volviendo a la democratización de la innovación, la sociedad digital establece importantes puentes de comunicación entre los laboratorios y las empresas y, en un mundo cada vez más tecnificado, la demanda de científicos e investigadores crecerá exponencialmente tanto en los centros de investigación como en las empresas. En este escenario, el desafío pasa por un cambio radical en el modelo educativo que debe preparar a más ciudadanos, y prepararles mejor, para asimilar a lo largo de toda la vida nuevos conocimientos, capacidades y aptitudes. Por ello la formación permanente debe convertirse en una función esencial de las universidades.

 

Inmaculada Martínez

Manager de la división de ingeniería de Hays