El nombramiento el pasado mes de enero del nuevo director y el reciente anuncio del comienzo de las obras de ampliación y renovación previsto para el próximo año del Museo de Bellas Artes de Sevilla pueden marcar un antes y un después en su historia. La firma de un protocolo de colaboración entre el Ministerio de Cultura, las consejerías de Economía y Hacienda y Cultura y el Ayuntamiento de Sevilla es el paso previo a la creación del consorcio que se encargará de las obras. De momento, ya está elaborado un estudio de viabilidad de la ampliación del museo mediante la adaptación del Palacio de Monsalves, que albergó varias consejerías. Según los nuevos planes, en la actual sede del antiguo Convento de la Merced se mostrarán obras artísticas del siglo XV al XVIII incluyendo Goya, mientras el Palacio de Monsalves se utilizará para mostrar el arte de los siglos XIX y XX.

Pero además, en los últimos meses, el Museo -cuya titularidad es estatal, aunque la gestión está cedida a la Junta de Andalucía- ha experimentado algunos cambios favorables, como el aumento de sus fondos con la adquisición por parte de la Consejería de Cultura de seis nuevas obras de gran valor, como ‘San Sebastián', de Luis de Vargas; ‘Pareja de majos', de José Gutiérrez de la Vega; o ‘Baile en la taberna', de Manuel Rodríguez Guzmán. A ellos se suma la cesión en depósito de manera indefinida del pequeño pero valiosísimo cuadro de Velázquez, ‘Cabeza de apóstol', adquirido inicialmente por el Estado para instalarlo en el Museo del Prado.

Está claro que el Museo de Bellas Artes de Sevilla tiene renombre internacional y capacidad para situarse entre los más importantes de Europa y establecer una colaboración efectiva de intercambio y préstamo de fondos, como vienen a demostrar algunas de las últimas exposiciones celebradas, como ‘Diálogo entre dos colecciones'. Museo Goya de Castres y Museo de Bellas Artes o Alonso de Tovar. También queda claro que el público es receptivo a nuevas fórmulas, como han evidenciado los más de 30.000 visitantes de la exposición ‘Realidades: Fotografías de Pierre Gonnord' en el Museo de Bellas Artes, pero adolece de ciertas carencias que, a mi modo de ver, es necesario subsanar.

Así, la nueva etapa que se abre presenta grandes retos a su nuevo director, Antonio Álvarez, no sólo por la ampliación de la pinacoteca, sino sobre todo por el ajuste del actual edificio, pensado en su valor en un futuro. El enclave sevillano es hoy la segunda pinacoteca en importancia de España tras el Museo del Prado, tiene una media anual de 180.000 visitantes y un total de 300 obras expuestas. Pero más allá del buscado aumento del número de visitantes hasta llegar a los 250.000, parece necesario conseguir que el público disfrute de una visita más formativa y amena. Ello pasa por el establecimiento de una museografía nueva, como una mayor calidad explicativa en los textos de sus exposiciones y el uso de diversos idiomas en los mismos, algo inexplicable en un museo de sus características, y quizá por la edición de catálogos de calidad de sus exposiciones.

Además, sería deseable una difusión más activa del Museo, tanto dentro como fuera de la ciudad porque, pese a la fuerte implicación del enclave con la ciudad, es evidente la necesidad de ofrecer novedades de manera constante, para recordarle así al público sevillano que existe algo que a veces parecemos olvidar. Con respecto a una difusión más activa del Museo dentro de los circuitos turísticos internacionales, acaso sería deseable un trabajo conjunto entre los sectores público y privado. Los primeros pasos se están dando y a ellos hay que sumar la recién aprobada Ley de Museos de Andalucía, que obliga a abrir en vísperas de festivos y lunes festivos los espacios expositivos gestionados por la Junta, una medida acertada, que contribuirá a aumentar los visitantes. La programación del Museo es cuanto menos interesante. Hasta el próximo 25 de mayo la exposición ‘De Goya a Gauguin', con fondos del Museo de Bilbao, propone un recorrido por manifestaciones variadas como el cuadro de gabinete, el paisaje realista, el retrato, la pintura costumbrista y la pintura histórica, a través de 65 obras de artistas como Cézanne, Rusiñol, Sorolla y Picasso. A ella se suman La Roldana, que enmarcada dentro del proyecto Andalucía Barroca, se dedicará entre mayo y junio a Luisa Roldán, la primera y única mujer escultora de cámara de los reyes Carlos II y Felipe V. Tras este aperitivo, en el mes de septiembre se organizará Antigüedades y Excelencias, centrada en el legado del barroco de Granada, junto a Sevilla uno de los dos principales focos de este período en Andalucía. El deseo de mejora parece que se ha contagiado a otros espacios expositivos.

Así, el Archivo Arzobispal de Sevilla, con más de ocho siglos de historia, acaba de reabrir las puertas de su remozada sede, tras cuatro años de obras, sumando a sus fondos los procedentes del Archivo Catedralicio, creando uno de los mayores centros documentales y de investigación andaluces. Diez años después de su restauración, el Palacio de Altamira -actual sede de la Consejería de Cultura- compartirá con el público su patrimonio de siglos, los vestigios de las reconversiones sufridas desde que este edificio fuera una construcción almohade ocupada (posiblemente una vivienda), mediante visitas guiadas. Finalmente, la inauguración del Teatro Salvador Távora de Sevilla, nacido por iniciativa del Ayuntamiento de Sevilla, se suma a la reapertura en junio de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, en la segunda planta de la Casa de los Pinelo, con espacios para escultura, pintura y exposiciones temporales.