El contexto socio-político global en el mundo está adoptando compromisos compartidos en el seguimiento de una hoja de ruta en la descarbonización del planeta, entendiendo como tal la de adoptar medidas que permitan alcanzar la neutralidad entre las emisiones de gases de efecto invernadero y las absorciones en los sumideros de estas emisiones.

El Acuerdo de París, adoptado el pasado año en la 21ª sesión de la Conferencia de las Partes de la Convención de la Organización de las Naciones Unidades (ONU) sobre el cambio climático, la llamada COP21, y la también recientemente aprobada estrategia de la Unión Europea, haciendo una de sus prioridades el eje de reducción de las emisiones de efecto invernadero, suponen importantes decisiones y acuerdos que vinculan financiera y jurídicamente a los países en el mundo.

En mi opinión, estamos en un momento clave e histórico en el contexto mundial que prepara una transición hacia una economía baja en emisiones y que afronta el desafío del cambio climático. Con ello, todos los sectores que aporten ventajas y soluciones a la reducción de las emisiones contarán con una ventana de oportunidad para su desarrollo regulatorio y tecnológico.

Fondo trenEntre otros aspectos destacados, se ha decidido un marco financiero en el Acuerdo de París que, a partir del año 2025, establece para los países desarrollados un nuevo objetivo de aportación de 100.000 millones de dólares anuales, teniendo en cuenta las necesidades y las prioridades de los países en desarrollo.

También se decide que el Fondo Verde para el Clima, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, el Fondo para los Países Menos Adelantados y el Fondo para el Cambio Climático estén al servicio del Acuerdo.

Se pone a disposición del Acuerdo el Mecanismo Tecnológico y el Centro y Red de Tecnología del Clima para la evaluación de necesidades de tecnología para los países en desarrollo mediante la preparación de proyectos financiables.

Por su parte, los esfuerzos económicos que considera la Comisión Europea que se van a dedicar a cumplir con este objetivo son de 270.000 millones de euros (el 1,5 del PIB de Europa) en las próximas cuatro décadas.

En este contexto, el ferrocarril se tendrá que ver favorecido; no en vano, está reconocido como el medio de transporte más eficiente y sostenible en términos energéticos y medioambientales, muy por encima de la carretera, aviación y la navegación.

Según los datos de la Agencia Internacional de la Energía, el 28% de la energía del planeta se consume en el transporte y éste es responsable del 23% de las emisiones de CO2. El transporte por carretera supone el 73% de esas emisiones y su cuota modal es del 31%, mientras que el ferrocarril supone un 3% del total de las emisiones del transporte con un 8% del total de pasajeros y mercancías transportadas en el mundo.

Es obvio que uno de los pilares de la política de transportes en Europa es favorecer el desarrollo del ferrocarril para facilitar el trasvase modal de la carretera al ferrocarril, y está claro que los objetivos de descarbonización del planeta, ahora ratificados con la cumbre de París, acelerarán más aún la potenciación del ferrocarril en todas las economías desarrolladas y en desarrollo.

Pero el ferrocarril aún tiene que resolver sus carencias de competitividad con la carretera en muchos aspectos, y uno de ellos es el coste operativo. La eficiencia energética, entendida como la capacidad de hacer lo mismo con menos energía, con menor coste, redunda en el aumento de la competitividad del sector ferroviario. El consumo de energía en el sector ferroviario supone un coste anual aproximado de unos 6.000 millones de euros para las compañías ferroviarias en Europa, según fuentes de la Asociación Internacional de Ferrocarriles UIC, aproximadamente entre el 10% y el 15% de los costes operativos de las empresas ferroviarias.

Una nueva oportunidad a tener en cuenta es que la sostenibilidad energética y ambiental se está convirtiendo en una posibilidad para mejorar la competitividad. El desarrollo de la innovación en tecnologías que permitan reducir el consumo de energía reduce el coste de la transición energética que vamos a tener en los próximos años. Se ha comprobado cómo el sector aéreo, que está sujeto al Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la UE, ha reducido en los últimos 15 años el 50% la energía necesaria para transportar un pasajero, pasando de seis litros de combustible por cada 100 km a tan solo tres litros, según los datos ofrecidos por el Observatorio de la sostenibilidad de la aviación.

Los avances tecnológicos en nuestro entorno están presentando oportunidades para ser introducidos en el ferrocarril. Así por ejemplo, nuevos materiales pueden reducir el peso de nuestros trenes, nuevas soluciones de mejora del rendimiento de la cadena de tracción eléctrica y de la refrigeración pueden ser incorporadas, también propuestas como el etiquetado energético en billetes de tren y en los propios trenes permitirá a los consumidores elegir con conocimiento de causa un servicio en relación a su consumo de energía, etc. También se presentan oportunidades para la infraestructura y la operación ferroviaria con los avances en la revolución tecnológica presente en la digitalización, incorporando equipos inteligentes de medida de la calidad y del consumo eléctrico en las subestaciones y en los trenes, que potenciará el uso de la conducción económica y eficiente, la gestión avanzada de la compra de energía y de su término de potencia, en función de la demanda conocida con los patrones horarios del tráfico ferroviario, el uso eficiente de la energía de frenado con la devolución de la misma a la red cuando no pueda ser aprovechada por otros trenes, la electrificación de determinados tramos con un importante potencial de crecimiento de circulaciones, etc.

Y para la industria ferroviaria de nuestro país, que ya se encuentra muy focalizada en proyectos internacionales, se presentarán oportunidades en proyectos que serán financiados en países en desarrollo con la electrificación de grandes ejes ferroviarios y la construcción de nuevas líneas férreas, con la incorporación de nuevo material rodante más eficiente, etc.

En definitiva, el Acuerdo de París va a movilizar en las próximas décadas importantes recursos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo y el ferrocarril será uno de los sectores que será beneficiado en la aplicación de esos recursos, pero también debemos aprovechar el foco que se abre sobre el objetivo de la sostenibilidad para convertirlo en un elemento dinamizador que mejore nuestra competitividad y nos acerque aún más al mercado.

 

Antonio Berrios Villalba

Gerente del área de Ingeniería de Gestión de Activos de Energía en ADIF

 

ARTÍCULO INCLUIDO EN LA REVISTA DE OCTUBRE DE AGENDA DE LA EMPRESA.CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO. ¿QUÉ COSTES TENDRÁ EL CALENTAMIENTO GLOBAL? ¿QUÉ OPORTUNIDADES DE NEGOCIO GENERARÁ?