No sólo es un titular, se lo digo sinceramente, copiando a mi paisano Serrat “… Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”, eso es lo que hay, o mejor dicho, es lo que falta en la sociedad y en la empresa. ¿La razón? Para mi es muy simple: hemos sido capaces de contarnos tantas historias inventadas que, al final, nos las hemos creído.

Miquel Bonet2Algunos se han creído que a base de universitarios y de másteres, iban a salir buenos jefes, directivos o “líderes”, lo mismo que nos hacían creer hace 50 años que los castos y los devotos son los que van al cielo. Y es que vivimos en un mundo en el que se confunden las ideas y las creencias, en el que todos buscan la “fórmula”, tirando de manual o de subvención para salvarse, cuando todo está en el camino y en el día a día; lo malo es que nos negamos el tiempo para pensar, analizar y enterarnos, sobran la tele y las ideas inventadas por otros.

Las empresas, la economía o las personas, no hemos cambiado mucho en estos últimos 20 años. Aunque nos repitamos que la tecnología, la globalización y la velocidad del cambio han generado una transformación social, lo cierto es que sufrimos los mismos paradigmas del pasado; y si no, háganse las siguientes preguntas: ¿Quién rige el mundo económico? Los mismos que hace 50 años -antes de la transición democrática española- o sea, grandes corporaciones de la mano de políticos, bancos, multinacionales, especuladores, etc. ¿Y la economía no productiva? Pues no se toca y sigue como siempre. Estamentos intocables, iglesia, ejército, diputaciones, asesores, consejeros, senadores, “puertas rotatorias” (jeje, bonito nombre), y… ¿qué pasa con los líderes? Pues que hay pocos. Tampoco los había antes, los sueños se pagan mal, la audacia cuando hay cierto bienestar está cara, la aventura o el fracaso están mal vistos, tanto como los valores, la emoción, el oficio o la actitud.

Todo se construye para llegar al día siguiente, el ahorro ha desaparecido, la fidelidad como consumistas se ha perdido, también como trabajadores, o en el matrimonio todo es precario, incluso los principios y, ¿qué pasa con el talento? Pues existe, claro que existe, todos tenemos el nuestro, aunque muchos no se ocupan en descubrirlo, pero el que lo tiene y sabe que lo tiene, lo vende caro. Otros lo tienen pero lo ignoran porque no se atreven a decidir por sí mismos, típico de una sociedad sobre protegida.  Y a otros, les falta esta “creencia” de desarrollarlo y la aspiración de mejorar la sociedad; parece que necesitemos los “mediocres” para creer que vivimos mejor.

Seguro que las empresas han tenido que evolucionar para sobrevivir. Empezaron con el fax y luego la robotización, o la búsqueda del valor añadido para diferenciarse de la competencia y mejorar, pero ¿la educación? ¿Qué ha cambiado aquí? Pues casi nada. Siguen faltando buenos técnicos, ingenieros, científicos y, sobre todo, comerciales. En España según datos de empleo, más de 50.000 vacantes. La gente es bastante incapaz de ofrecer algo porque ni se fía, ni quiere saber, ni se conoce del todo. Tampoco sabe comunicarse -no aprendimos a escuchar- y, además, le asusta enfrentarse a la reacción del otro. Tampoco aprendió a gestionar un debate y, al final, hay que recurrir a importar fuerza de trabajo, más implicada, capaz de liderar su vida, descubriendo cómo aprovechar su propio talento para jugarlo en su beneficio.

 

Miquel Bonet

Abogado, profesor, autor de “Búscate la vida”