Pues saludos, doña Crisis, o doña Desaceleración, o como quiera usted que la llamemos ahora, que los buenos modales es lo último que hay que perder; aunque tampoco le voy a dar una bienvenida en toda regla. Hipocresía la precisa.

Estábamos tan a gusto con su ausencia… ¿Desde cuándo no nos visitaba usted? ¿Desde 1992? ¡Caramba!, cómo pasa el tiempo.

La recuerdo de por aquella época, y es que uno va teniendo ya unos añitos, ¿sabe usted? A mí me pilló usted en Sevilla, y de sopetón. Vivíamos en la nube de la Expo del 92 sin saber o sin querer mirar fuera. Y eso que ya se vislumbraba su primer rastro; ese perfume tan particular que la precede en forma de artículos en las páginas salmón de la prensa o de "analistas agoreros" que se empeñan en aguar la fiesta de nuestros próceres: aquel exultante Felipe del V Centenario y este sempiterno optimista que es José Luis de la II Legislatura.

La verdad es que la encuentro bastante cambiada desde aquella vez. ¿O seré yo el que no es el mismo? ¿O quizás ambos? Cuando se vino usted a vivir a mi casa en 1992 yo casi ni la conocía en persona. Tuve que aprender a empujones esa dura convivencia. Consiguió usted cercarme, invadir las 24 horas de mi vida. Amargarme. La verdad es que le faltó poco para convertirme en otra muesca más en su culata, pero me salvó la campana.

En esta nueva ocasión la he visto venir desde lejos. Y eso que el cebo marca "Pelotazo Inmobiliario" que ha usado esta vez es de primera, casi perfecto, pero su prima, doña Burbuja Inmobiliaria, fue demasiado descarada en su aparición y mosqueó a mucha gente. A pesar de ello, como siempre, se va usted a llevar por delante a muchas empresas de muchos sectores. Es ley de vida.

Ojalá que su estancia entre nosotros sea corta; la visita del médico, como decimos por aquí abajo, pero mucho me temo que se pondrá usted pesada y obstinada (como suele) y habrá que echarla con agua caliente. Lo malo es que, para entonces, ya habrá dejado usted un buen rastro de ruina tras de sí.

En hostelería se volverá a hablar de menús ejecutivos, de vinos de la casa, de medias raciones, de "postre no, gracias, con un  cafelito será suficiente" y de comedores privados desiertos.

Cerrarán bares y restaurantes; probablemente más de los recientes que de los ya asentados. Pero los que sobrevivan lo harán fortalecidos. Selección natural lo llaman a eso. Y, aunque nos parezca duro, es así. Debe ser así. Es una regla de la Naturaleza.

Desde que en 1994 la perdimos definitivamente de vista, ha tardado 14 años en regresar. Una eternidad para usted, supongo. Demasiado pronto para nosotros.

En fin, que tendremos que volver a compartir techo. Espero que no se moleste demasiado cuando le tienda algunas trampas para debilitarla (ya sabe…, jornadas gastronómicas, algo de publicidad, etcétera). Al fin y al cabo los españoles en general y los andaluces en particular, somos expertos en la guerra de guerrillas.

La cuestión es: ¿Somos más resistentes los empresarios de 2008 que los de 1993-1994? La respuesta en un par de añitos (espero).

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