El pasado día 21 de junio se celebraba el Día Europeo de la Música, que este año ha adquirido una relevancia especial en Sevilla al haber sido designada por la UNESCO ‘Ciudad de la Música'. Muchos y diversos fueron los actos organizados por instituciones públicas y privadas por toda la ciudad para conmemorarlo, entre ellos el homenaje al compositor Gustav Mahler que la Orquesta Sinfónica de Sevilla rindió en el Teatro de la Maestranza, con el que clausuró su temporada. Como aficionada a la música, que se acerca a ella con curiosidad y fascinación, quisiera reflexionar sobre el papel que ocupa Sevilla en el panorama internacional de la música y, en concreto, sobre el que es su auténtico catalizador hoy: el Teatro de la Maestranza.

Concebido en origen como un auditorio -el Palacio de la Cultura-, fue adaptado sobre la marcha como teatro, dotándolo de foso orquestal y peine, si bien sus espacios resultaron inadecuados para una actividad escénica sostenida -escenario estrecho, falta de salas de ensayo y camerinos- y su tecnología quedó rápidamente obsoleta. Esta temporada, algo más de 16 años después de su construcción, ha resuelto las carencias desde el punto de vista teatral con las que nació. Aunque el grueso de las innovaciones queda fuera de la vista del público, con ellas se ha conseguido triplicar el espacio destinado al escenario -de 800 a 2.220 metros cuadrados – y a sus servicios. Esto no sólo permite alternar espectáculos en días consecutivos, con muchísima más facilidad para montar y desmontar producciones, sino que ha conseguido el crecimiento y diversificación de la actividad artística del Maestranza, tanto en el número de óperas y días de representación, como en las actuaciones programadas para la ROSS. Del mismo modo, sus nuevas características permiten que las demás orquestas andaluzas (Filarmónica de Málaga, Ciudad de Granada, Córdoba y Orquesta Joven de Andalucía) acudan al Maestranza para colaborar en ópera, zarzuela o ballet, además de aparecer en la temporada sinfónica.

Así, las obras de mejora y ampliación a las que ha sido sometido el Teatro han permitido que Sevilla pueda contar ya con uno de los escenarios más avanzados técnicamente de toda Europa, en una puesta al día técnico-escénica que no podía hacerse esperar. Hoy, este coliseo -que los agoreros abocaban al más estrepitoso de los fracasos tras los fastos de la Exposición Universal de 1992- afronta su segunda etapa de vida, convertido en un referente de artes escénicas y musicales del Sur de Europa, como evidencian los estrenos de la vanguardista ópera ‘El holandés errante', de la producción propia ‘Don Giovanni' o de dos títulos minoritarios de gran interés: ‘Una tragedia florentina/El enano', pero también los recitales líricos de grandes intérpretes, como Cecilia Bartoli. Ello, sin olvidar los títulos programados en música sinfónica, zarzuela, danza o dentro del ciclo de grandes intérpretes.

Pero más allá, el más importante espacio escénico andaluz ha conseguido en pocos años generar una auténtica cultura musical en Andalucía, ofreciendo a un público que hasta entonces carecía de espacios donde satisfacer sus inquietudes musicales un lugar adecuado donde hacerlo. Y, sobre todo, ha servido de acicate para que otras instituciones públicas y privadas programen diferentes ciclos de otros tipos de música -antigua, de cámara, sacra, etc.-, en muchas ocasiones gratuitas, que encuentran siempre una entusiasta acogida por parte del público propio y foráneo. Sevilla es hoy, por tanto, una ciudad acostumbrada a la música, que demanda cada día más espectáculos, como prueba que casi todas las entradas se agoten a las pocas horas, convirtiéndose en un destino para el turismo cultural de primer orden.

Cuando los espacios escénicos andaluces cierran sus puertas y se abren un sinfín de ocasiones para disfrutar de la música al aire libre, llega la curiosidad por saber qué nuevas oportunidades musicales nos traerán las temporadas venideras, unas oportunidades que -ahora que las tenemos- no debemos desaprovechar.

susanam.muñoz@hotmail.com