En España, según datos de la EUIPO (Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea) el sector español de la perfumería y la cosmética pierde un 17% de sus ventas anuales, es decir, 949 millones de euros al año.

Este porcentaje dobla la media europea (que es del 7,8%) y sitúa a nuestro país como uno de los que sufre mayor impacto económico por las falsificaciones en este sector.

Las ventas de perfumes, cosméticos y productos de higiene personal falsificados suponen, además, miles de puestos de trabajo perdidos en Europa. En concreto, se calcula que se pierden más de 50.000 empleos en toda Europa por las falsificaciones.

Según ha explicado la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), el sector “lleva años luchando contra un problema tan complejo como el de las falsificaciones, estableciendo redes de colaboración público-privada y colaborando activamente con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, policías autonómicas y locales a la que Stanpa imparte formación sobre falsificaciones en cosmética y perfumería”.

“El principal problema de los perfumes falsificados es que se fabrican en instalaciones fuera del control de las autoridades sanitarias y no se notifican a las autoridades europeas”, ha explicado Carmen Esteban, directora técnica de Stanpa. “Los ingredientes no pasan ningún control de calidad ni respetan las medidas de evaluación de seguridad que establece el Reglamento Europeo de Cosméticos, algo grave en un producto que está durante horas en contacto con nuestra piel”.

En este sentido, Stanpa ha indicado que, “ante la ausencia de una entidad responsable que fabrique del producto falsificado, el consumidor no podrá reclamar a nadie si percibe algún daño o perjuicio por el perfume falsificado, cosa que sí podrá hacer ante un producto original. En el caso de sufrir alguna reacción o alergia tampoco podrá identificar de ninguna manera el componente causante”.