La leche subió un 12,3% en octubre y casi un 25% en el último año; el precio del pan aumentó casi un 5% el pasado mes y un 13,4% en tasa interanual, y otro tanto ocurrió con el pollo, que tras subir un 3% en octubre acumula un incremento del 14,3% en los últimos doce meses. El comportamiento de estos productos, unido al de los carburantes, cuya subida en el último ejercicio, un 9,6%, contrasta con el incremento moderado de 2006, un 3,1%, ha disparado la inflación interanual, que en un solo mes ha pasado del 2,7% al 3,6%.

También la inflación subyacente, que mide el IPC sin sus elementos más volátiles, alimentos frescos y productos energéticos, se disparó en octubre, al pasar del 2,6% al 3,1%.

El Ministerio de Economía culpa a factores exógenos -el incremento en los precios internacionales del petróleo y los cerales- del mal comportamiento de la inflación por lo que argumenta que cuando «estos shocks externos remitan», los precios se moderarán.

Pero de momento, tanto el vicepresidente económico, Pedro Solbes, como el secretario de Estado de Economía, David Vegara, reconocieron que España cerrará el año con una inflación que no se alejará mucho del 3,6% alcanzado en octubre. Esto supondrá que tanto las arcas públicas como las empresas tendrán que hacer frente a un importante incremento de sus gastos para compensar a pensionistas y trabajadores por la desviación del IPC. Solbes, que intervino ayer en un acto organizado por «Mi Cartera de Inversión», no se mostró además optimista sobre la caída del precio de los alimentos a corto plazo. Aunque el Gobierno no espera un incremento «tan brutal» de los costes agrícolas el próximo año, reconoció que la puesta en marcha de medidas para aumentar la producción no tendrá resultados hasta la próxima cosecha y, por tanto, el descenso de los precios no será inmediato.