Como es habitual en estas fechas de inicio de año, toca recapitular del pasado y mirar hacia adelante. Nos deja el 2016 con más sombras que luces, pero con la gran duda de si “tiempos pasados no fueron mejores”.
Perturbaciones de tipo político como el Brexit en el Reino Unido, el referendum constitucional en Italia, la victoria de Trump en Estados Unidos o la falta de definición de la Unión Europea para afrontar sus retos, nos dejan en una situación delicada para afrontar el presente año que estrenamos.
Nos encontramos en un contexto de gran incertidumbre geopolítica, la economía mundial sigue lejos de recuperar el pulso mostrado en los años anteriores al estallido de la crisis. En el mes de julio, el FMI ya rebajó, una vez más, sus previsiones para 2016 y 2017 hasta el 3,1% y el 3,4%, respectivamente, y ha sugerido que habrá otro recorte en la revisión que hará pública próximamente. Por su parte, el comercio internacional ha crecido en torno al 3% anual desde 2012, menos de la mitad de la tasa registrada en los años previos a 2008.
El comportamiento más reciente de la economía de Estados Unidos, con la revisión a la baja de su crecimiento y el aplazamiento de la normalización de tipos de la Fed (cuyos miembros parece que no se ponen de acuerdo sobre cuándo volver a aumentarlos dentro del proceso de endurecimiento de la política monetaria); y la materialización de riesgos en algunos países europeos (Gran Bretaña o España) son factores que pueden afectar a las expectativas de crecimiento de los países desarrollados, en general, y de las economías europeas, en particular.
En el viejo continente, se confirma que el Brexit va a tener un mayor impacto sobre la propia economía inglesa y, por fortuna, una incidencia, menor de la esperada, en el resto de los países que integran la Unión Europea. No obstante, permanecen en el horizonte algunos riesgos e incertidumbres de carácter político (Grecia, Italia, Francia, Holanda y Alemania) y, a pesar de ello, el BCE mantiene los tipos en el 0% y la duración de su plan de compra de activos.
En lo que se refiere a las economías de los países emergentes, los indicadores reflejan un comportamiento algo más favorable, aunque persisten las fuentes de incertidumbre. Por un lado, el crecimiento de las economías asiáticas emergentes mantiene un buen tono. En cierta medida, los temores a una brusca desaceleración en China se han atenuado, tras el dato de crecimiento del PIB (6,7% anual) registrado en el segundo trimestre del año.
Por su parte, la economía de la India creció un 7,1% y la de Indonesia un 5,2%, tasas anuales que corresponden también al segundo trimestre de 2016. Por otro lado, en América Latina, la situación económica se muestra más estable, con la excepción de Brasil. Por último, la economía rusa, sumida desde hace un año y medio en una profunda recesión, se contrajo un 0,6% anual en el segundo trimestre, después de haber caído un 1,2% en el primero. Aunque podamos pensar que estos datos revelan que este país se aleja de la fase más crítica de la recesión, el tono que muestra su recuperación parece aún débil.
Si miramos hacia nuestro país, debido a la mejora económica experimentada en el primer y segundo trimestre del año, nuestra previsión de crecimiento anual del PIB español, recogida en el Loyola Economic Outlook de Otoño, para el año 2016, es de un 3,1% frente a una previsión para el conjunto del año 2017 del 2,4%. En cuanto a la evolución de la tasa de desempleo, se prevé una disminución de la misma, situándose la tasa de paro en el 19,4% y el 19,3%, respectivamente. Para 2017, esta tasa experimentaría una ligera disminución hasta el 19,2%. La variable consumo de los hogares sigue estando muy alineada con la evolución del PIB, con lo cual nuestra previsión es del 3,2% para el conjunto del año 2016 y del 2% para 2017. En cuanto a la inversión, se prevé un crecimiento de la misma que alcance el 3,9% y para el 2017 el 3,5%.
En cuanto a Andalucía, el PIB andaluz muestra una tendencia parecida al nacional, con una previsión de crecimiento del 2,8% para 2016, situándose 0,3% por debajo del dato nacional. El crecimiento previsto para el año 2017 es del 2,1%. En cuanto al mercado de trabajo, se prevé una tasa de paro del 29,2% y del 28,5% respectivamente. Las estimaciones, para la tasa media de paro del conjunto de 2016, oscilan en torno al 28,5%, y entre 27,5-28,5% para 2017.
Como vemos, estamos asistiendo a una ralentización en la salida de la crisis y esperemos que al menos las previsiones no se vayan a equivocar por exceso, pues la cantidad de incertidumbre que nos rodea hace que todo pueda quedar anulado más pronto de lo que podemos pensar. Pensemos que no, y que 2017 sea una pequeña parada en el camino de la recuperación.
Manuel Alejandro Cardenete
Catedrático de Economía
Vicerrector de Posgrado Universidad Loyola Andalucía
@macarflo