La polémica suscitada con motivo del proyecto de Majarabique que promueve el Puerto de Huelva ha puesto de manifiesto el peligro de dividir a Andalucía en reinos de taifas y de perdernos en batallas estériles de lindes y fronteras. En momentos de especial dificultad como los que vivimos actualmente, hay que sumar más que restar, huir de la confrontación y la discordia y buscar puntos de encuentros y unidad.

Andalucía atesora un patrimonio y un legado común labrado a base de años de sacrificio, generosidad y enorme entrega. Es más lo que nos une que lo que nos separa. Y es también una gran comunidad, cuya solidez se sustenta en gran parte sobre unos mismos valores y unas reglas comunes de convivencia que han marcado nuestra historia y nuestro progreso allende las fronteras.

Antonio_PonocePor todas estas razones, no se entiende la polvareda y la contundente reacción que algunos agentes sociales y económicos sevillanos han manifestado a la concesión al Puerto de Huelva de la terminal logística ferroviaria de Majarabique, el único que se presentó al concurso y que ganó en buena lid. Quiero hacer hincapié en que el fondo del debate ha de establecerse en el plano meramente empresarial y ajeno por tanto a influencias, presiones o manifestaciones de carácter político, que podrían enturbiar las relaciones interprovinciales. Y, en todo caso, no podemos olvidar que la actividad empresarial y las acciones que de ella se derivan  están regladas en la normativa vigente en materia de licitaciones, como es el caso que nos ocupa.

Salvando el respeto que puedan merecer los posicionamientos de las provincias de Sevilla y Huelva y el de sus respectivas autoridades portuarias, es necesario evitar cualquier tipo de enfrentamiento entre dos provincias unidas por tantos intereses y retos comunes, interdependientes en tantos planos de sus respectivas economías, y gobernadas por políticos que han demostrado permanentemente un sentido de la colaboración digno de elogio.

El proyecto de Majarabique no puede convertirse en la piedra de toque de una absurda batalla interprovincial, ni mucho menos concitar debates políticos que en nada coadyuvan al lógico desenvolvimiento de los intereses económicos por los que, en buena lid, han de competir las autoridades portuarias y los sectores empresariales que utilizan sus instalaciones para su normal desarrollo.

Antes bien, resulta de todo punto obligado atenerse a la normativa vigente en materia de licitaciones y asumir, con una mentalidad más acorde con los tiempos, el esfuerzo que se hace para poner a disposición del empresariado una infraestructura como la de Majarabique, que beneficiará a toda la comunidad andaluza.

Vivimos unos tiempos en los que es más necesario que nunca reconocernos en todo lo que nos une. No en balde, una de las lecciones claves de esta crisis es la necesidad de asumir un reto común, sin prejuicios ni viejos tópicos, para que la economía responda a la necesidad social de hacer que un país o una comunidad autónoma sean más justos y sus ciudadanos puedan disfrutar de sus derechos en la más amplia dimensión.

 

Antonio Ponce

Presidente del Consejo Andaluz de Cámaras de Comercio