La tan aclamada tarifa plana para nuevos trabajadores autónomos es uno de esos supuestos de legislación en plano, de café para todos, que está provocando un emprendimiento irreal que, ni de lejos, resuelve los problemas que de verdad tenemos los trabajadores y trabajadoras autónomos.
Y no es que no esté de acuerdo con que existan ayudas para iniciar la actividad. De hecho, es un mandato legal que tiene que cumplirse y ejecutarse, pero a mi humilde parecer, debe orientarse hacia un emprendimiento responsable, sostenido y sostenible. Y sobre todo, estoy a favor de apoyar, favorecer y consolidar lo que ya tenemos antes de incitar a hacerse autónomo con la finalidad de enmascarar las cifras del paro.
Las cifras así lo demuestran: según los datos hechos públicos por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, más de un millón de personas se han beneficiado de esta tarifa con un coste de 1.456 millones de euros desde 2013. En Andalucía, 190.000 aproximadamente, que personas representan el 19% del total de beneficiarios a nivel nacional. Sin embargo, el crecimiento del RETA ha sido de sólo 26.979 entre septiembre de 2013 y diciembre de 2015 en nuestra comunidad. Y en el mismo periodo, los autónomos y autónomas que se jubilaron en Andalucía ascienden a 3.589 personas que salieron del sistema. Así, si 190.000 personas se incorporaron al RETA como beneficiarios de la tarifa plana; sólo 3.589 se jubilaron en el mismo periodo y el crecimiento neto sólo ha sido de 26.979 ¿dónde está el resto? Estas cifras nos hacen pensar que la mayor parte de los beneficiarios de la tarifa plana, en cuanto dejan de serlo, también dejan de ser autónomos. Se puede constatar, por tanto, que el impacto no resulta ni muchísimo menos el esperado. Si bien ha facilitado el acceso al trabajo autónomo a un importante número de personas, consideramos que lo que realmente ha provocado es una “burbuja de emprendimiento” difícilmente sostenible, que precariza el trabajo y que ha expulsado o va a expulsar a la mayor parte de ellos de los sistemas de protección social.
Esto confirma que esta medida estrella no resulta adecuada para la consolidación de los negocios, sino que está provocando que muchas personas inicien actividades a la desesperada, cuando se ven excluidos del mercado laboral, cuando han perdido la esperanza de reincorporarse tras haber sido desterrados impunemente por un sistema injusto, o que se ven “obligados” por el abuso que las grandes empresas vienen realizando aprovechando su existencia.
Estas personas, cuando terminan las bonificaciones, no suelen poder hacer frente a sus obligaciones porque, mientras esto sucede, las cuotas siguen subiendo, al igual que la fiscalidad y los obstáculos, que lejos de disminuir, crecen con determinadas decisiones como la reciente eliminación de los aplazamientos de impuestos.
Y, sin embargo, existen soluciones. Podemos supeditar la ampliación de las bonificaciones a la viabilidad de los negocios y a la creación de empleo, analizándola transcurrido el primer año de actividad. Podemos afrontar, de una vez por todas, el trabajo autónomo a tiempo parcial que se viene demorando desde 2011. Podemos hacer que la prestación por cese de actividad, que se ha convertido en una de las más rentables para las arcas públicas, sea realmente efectiva y lo recaudado se revierta en los propios autónomos, tal y como establece la ley y que hasta ahora no se cumple.
Y esto es lo que haremos desde UPTA Andalucía: exigir soluciones reales a los problemas reales de los autónomos y autónomas de esta tierra.
Inés Mazuela Rosado
Secretaria Generalde UPTA-A
@InesMazuelaRo