Hubiese sido un alivio haber dado carpetazo al 2007 de nuestras penas, porque vaya año que hemos pasado. El año de la caja de los truenos. Se abrió la caja de Pandora y las cosas comenzaron a ponerse oscuras, las tormentas iniciaron su entrada en la Península por el tercio norte, y no han parado de caer chuzos de punta en todo el año.

A unos les interesaba exagerar la nota y ponían viso de tragedia apocalíptica a cada nuevo indicativo, a los otros -que intentaban esconder la podredumbre debajo de la alfombra- les interesaba el mensaje esperanzador de las conquistas, de la liga de campeones. Y nosotros mientras tanto, a comer conejo, a ver que el sueldo no es un chicle y que por mucho que quisiéramos estirarlo no se llegaba a fin de mes, y a ver la imposibilidad de llenar la cesta de la compra con los mismos euros que unos meses atrás. Pero llegaba la Navidad y había que sobrevivir con buen rollito al final de año. Por eso digo que el que más y el que menos tenía unas enormes ganas de dar carpetazo al año y aunque sólo fuese un símbolo más -y lo de las uvas un rollo- pues pasar por noche vieja no demasiado quemado y esperar que tras las campanadas se abriera una nueva puerta.

Ha pasado un mes y no ha sido así. Aquel 2007 de nuestras penas ha dado paso a un 2008 con anuncios que ponen los pelos como escarpias. Sube la telefonía, sube la electricidad, sube el gas, sube el agua, el transporte público, los taxis, los peajes en las autopista -a los gaditanos nos dura aún el castigo eterno de esa autopista que nos penaliza, aún no sabemos por qué oscura razón-, los sellos, las hipotecas y hasta tenemos que comernos con patatas lo del canon digital que nos ofrece un nuevo aumento. O sea, que las cosas no pintan muy bien para los bolsillos de los andaluces. Y de los productos de primera necesidad, los alimentos, mejor no hablar, pues en este río revuelto las cosas se disparan, con razón o sin ella. La culpa, al final, la tendrá siempre el petróleo. Y el remedio: dar menos propinas. Y el que no se consuele es porque no quiere, que nos quejamos de puro vicio.

Así que este mes de febrero, bisiesto por más señas, es decir que el sueldo de los andaluces se tendrá que estirar un día más que el año pasado, no van a quedar muchas ganas para celebrar el Día de Andalucía, el primero con el nuevo Estatuto que, por lo que dicen los guionistas de esta aburrida película, nos está trayendo ya muchos beneficios. Ahora, el arte consiste en averiguar a quiénes y en qué condiciones. Y, por si fuera poco, este mes comienza la campaña electoral. El último acto, pues la obra ya empezó hace tiempo. Y nos recitan el Tenorio, el Quijote y hasta el monólogo de Hamlet. Y con las promesas nos tendrán entretenidos hasta el mes que viene. Y con un par de subsidios quieren animarnos a acudir a las urnas, porque medidas profundas, lo que se dice profundas para algo estable, decidido, constructivo y económicamente fiable, bastante poco.

Si las peleas en los meses finales del 2007 se habían multiplicado en el patio del colegio, ahora las bofetadas serán aún peores, y claro, ocupados en esas cosas no tendrán tiempo de explicarnos a fondo el programa electoral y decirnos cómo van a guiar el timón de este barco para que la crisis no la paguemos siempre los mismos. Acudirán al María Moliner para buscar palabras rimbombantes que signifiquen mucho y comprometan poco.

Yo he ido a refugiarme, como todos los meses al tabanco, que allí ni siquiera ha entrado la televisión y podemos conversar tranquilamente. Ya tiene mérito Felipe con mantenerlo abierto, con la que está cayendo. Porque, como me comentaba esta tarde, "¿A ver que hago yo? No estoy embarazado y en casa ya se nos pasó el arroz, así que me voy a perder los 2.500 euros; tampoco estoy jubilado, ni tengo hijos en edad escolar; tampoco tengo ya menos de 30 años y estoy emancipado desde hace mucho, soy autónomo y esto no da ni para comprar pipas… ¡a ver qué me ofrece a mí el futuro gobierno!". Y es que una gran mayoría, esperamos estos días, algo más serio que el regalo consolación de la tómbola de feria. La situación así lo exige y los andaluces, los españoles de bien, ya estamos cansados de tantas gaitas. Y si quieren nuestra confianza en las urnas, como dice el refrán, "el que quiera peces que se moje el culo". Y si quieren capturar más peces que se pongan de acuerdo que hay problemas serios que afrontar, sobra frivolidad, y algunas situaciones no se arreglan con un pulsito en la hora del recreo. Los que aguantamos el chaparrón lo tenemos más que merecido.

subdirector@agendaempresa.com