Corría el año 1889 cuando, a los pies de la Torre Eiffel, el Congreso Internacional Socialista instauraba el 1 de Mayo como Día del Trabajador. Habían transcurrido tres años de los acontecimientos de Chicago por los que cuatro sindicalistas fueron sentenciados a muerte sin pruebas que sustentaran tal vergonzosa condena.

Por aquel entonces, en plena Revolución Industrial, las interminables jornadas laborales que superaban las doce horas, seis días a la semana, dieron lugar a una serie de movilizaciones por la instauración de las ocho horas donde, la huelga del 1 de mayo fue su mayor logro.

Aunque el movimiento sindical ha demostrado que siempre mira adelante, al igual que no podemos olvidar nuestros orígenes, tampoco debemos dejar de rememorar, al acercarse la fecha, lo ocurrido a finales del XIX. Sólo así haremos comprender, al conjunto de la sociedad, el significado real de este día.

carmen CastillaEl 1 de Mayo no es un simple día de fiesta, no es sólo una mañana en la que no hay que trabajar. El 1 de Mayo es cuando los trabajadores del mundo debemos retomar la calle para alzar fuerte la voz en defensa de nuestros derechos sociolaborales, de nuestros derechos como trabajadores, de nuestros derechos como personas.

La crisis ha conllevado la destrucción de muchos derechos logrados tras años de lucha sindical. Los empresarios han trasladado a sus trabajadores los costes de una crisis generada en los círculos de poder económico y que, una pésima gestión empresarial y una actitud permisiva de nuestros gobiernos, han alargado en el tiempo hasta el punto de hacer que EREs y despidos masivos protagonizaran el día a día del mercado laboral.

Diez largos años de crisis han provocado una pérdida de poder adquisitivo sin precedentes. Salarios renegociados a la baja, pensiones semicongeladas y prestaciones por desempleo reducidas en un escenario en el que la inflación ha reaparecido y convertido en un lujo repostar o encender la calefacción.

En este tsunami de destrucción de derechos, los colectivos más desfavorecidos han sido los más perjudicados. La igualdad de oportunidades ha retrocedido lustros, los inmigrantes han tenido que volver a sus países y nuestra juventud más formada es obligada a emigrar.

De igual forma, la precariedad domina los indicadores laborales: la totalidad de los nuevos contratos son temporales, crece la jornada a tiempo parcial, la siniestralidad se incrementa y el empleo destruido se sustituye por otros precarios y en unas condiciones indignas del siglo XXI.

Por todo ello, en este 1 de Mayo, los ugetistas nos hemos manifestado contra la pobreza, por la igualdad de oportunidades, contra el empobrecimiento de los trabajadores y por un justo incremento salarial, por la recuperación de la negociación colectiva, contra las últimas reformas laborales y la ‘Ley Mordaza’ y contra la criminalización de los trabajadores por el ejercicio del derecho de huelga.

El momento que atravesamos hace que nuestras reivindicaciones no puedan quedarse, exclusivamente, en el ámbito laboral. Se ataca nuestra dignidad como personas y, contra ello, tenemos que hacer que la ciudadanía clame por la recuperación del Estado del Bienestar, por una sanidad y educación públicas de calidad, con un elevado grado de cobertura y con una dotación presupuestaria suficiente, por unas pensiones que respeten la dignidad de nuestros mayores y, en definitiva, por una política y una economía al servicio de los trabajadores y de la ciudadanía.

 

Carmen Castilla

Secretaria General de UGT-A

@mc_castilla