El pistoletazo de salida ya se ha dado, el curso se ha puesto en marcha, el tabanco ha vuelto a abrir, las uvas se han cortado y rebosan, ahora, de mosto los lagares, y las conversaciones se han animado otra vez en esta rebotica del tabanco. La concurrencia en este vetusto punto de encuentro alcanza, por fin, su nivel habitual. Ya las serpientes veraniegas escapan de los cubiles de la prensa dispuestas a invernar hasta el año que viene, aunque las de verdad andan sueltas y habrá que seguir atentos a sus mordeduras. En resumen: ¡Volver a empezar! Un curso que se presenta muy caliente, como lo fue el verano. Y los distintos tercios cargan sus mosquetones porque la batalla política para las municipales está a las puertas. Y el curso que inauguramos se va a ver marcado por esta cita electoral.

Los movimientos de tropas ya han empezado a percibirse. No tardará en saberse la calidad de la pólvora, la cantidad de botes de humo que se emplearán para ponerle cortinas al campo, el material de camuflaje que se piensa usar, las trincheras que se excavarán para asegurar las defensas, los escondites para ‘residuos’ peligrosos que se construirán, los campos de batalla que se utilizarán para el combate, el reparto que harán de la soldada, y las estrategias que los generales diseñarán en sus cuarteles para conseguir la victoria… En fin, que como dice mi contertuliano Antonio, a los de a pie, nos tocará ver la película como el que va a ver al Capitán Alatriste. El peliculón está servido. Y el ruido de los motores comenzando a calentar ya se percibe por su ronco estruendo.

Mientras tanto -pues nos queda película para rato y lo más interesante del guión aún está por llegar- las primeras planas la ocupan en estos días unos señores y unas señoras presuntamente ‘malos’, que hablaban por teléfono unas cosas tremendas para llenarse sus bolsillos con el dinero ajeno, gracias ¡mire usted por donde! a que hace cuatro años concurrieron a las urnas. ‘Grabaciones en Marbella’ se llama, en estos días, la película, y no tiene desperdicio. Y uno se pregunta, dado que los motores ya están calentando para las municipales, ¿estrenarán alguna otra de este estilo antes de los comicios? ¿Mirarán para otro lado los estrategas del ‘virgencita, que me quede como estoy’ ¿Qué se necesitará para que el ‘Zorro’ llegue a otro ayuntamiento, grabadora en mano y pinche por aquí y por allá para que los que votamos, podamos calentar motores con la tranquilidad de que esto funciona, por lo menos un poco? ¡Doctores tiene la Iglesia y Maestros Israel! Pero el horno, lo que se dice el horno, no está para bollos.

Mis amigos se entretienen viendo el ‘tomate’, están preocupados por la estabilidad emocional de algunas parejas de famosos -algunas de ellas ‘marbellíes’-, discuten ahora sobre las modelos que no dan la ‘talla’ y se matan de hambre para lucir palmito en la Pasarela Cibeles, sin conseguirlo, y no terminan de enterarse qué pasa en Afganistán con nuestros soldaditos o por qué nuestras tropas desembarcan en una playa del Líbano entre bikinis y lociones solares. Y viendo que en la pelea de gallos -los de un corral le echan la culpa de todo al otro y viceversa- con la que hemos inaugurado este otoño, les deja a la luna de Valencia, en un acuerdo tácito han decidido instalarse en la paciencia, tomarse tranquilamente su copa de vino y hablar de temas menos espinosos. Yo no termino de resignarme a esta práctica de ‘escaqueo’, pero los comprendo porque sé que tienen que sobrevivir a pesar de los pesares. Y que aún es pronto para echarse al ruedo.

Y a mí, me sugiere este curso que acaba de empezar dos palabritas que no son otras que paciencia e insistencia. No hay que precipitarse, diría mi amigo Felipe, el tabanquero. Hay que verlas venir, diría Antonio. Citar de lejos, esperarla y templarla, que dice Luís, el contertuliano del tabanco aficionado a los toros. Porque está muy revuelto el corral como para pretender de un solo golpe de vista comprender lo que está ocurriendo. Templarla, eso es. Templarla e intentar entenderla. Pero no mover los pies ni un milímetro, no perderle la cara al toro de este curso, que nos puede embestir y derrotarnos. Otra cosa será dentro de unos meses en los que unos y otros volveremos a la arena y desde su tercio particular, tomará partido, cuando el sprint final acelere los pulsos y para entonces las cuentas deben de estar muy claras.

Será entonces cuando pongamos en la balanza los hechos, las propuestas, las personas y veamos si el fiel se inclina para un lado o para otro. Mientras tanto esperamos de los que ahora gobiernan algún gesto que nos haga entrever que las relaciones entre ediles y empresarios es más sana que en la vecina Marbella, que el urbanismo no es el cortijo particular de una pandilla de ‘servidores’ del pueblo para llenar sus propios bolsillos, que cuando hablemos de blanqueo en nuestros pueblos nos referimos solamente al de la fachada de nuestras pintorescas casas, que gestionar papeles no es más que una obligación de los ediles y no una forma de aumentar el propio patrimonio, y que los que controlan a los controladores no mirarán para otro lado haciéndonos sospechar que “en todos lados cuecen habas”. Para esta democracia que en este curso -por lo demás caldeado- nos permitirá elegir en libertad a los gestores de lo que es de todos, manchas de esta calaña no le hacen ningún, pero que ningún bien. Conversaciones telefónicas como las que hemos conocido en estos días nos hacen sentir vergüenza ajena.

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