El impacto del consumo energético de la movilidad en las ciudades debe ser algo más que la reducción o sustitución del uso del vehículo privado a motor
Desde hace tiempo vivimos la generación de nuevas oportunidades alrededor de las ciudades. Entre ellos destaca la movilidad, dónde hay plataformas que tienen un fuerte impacto en la transformación urbana y digital de las ciudades. Cabify, Glovo, BlaBlaCar, Deliveroo, etc., modifican el hábito ciudadano y empresarial, gracias a la conectividad.
Esta transformación del concepto de la movilidad también modeliza y mejora el consumo energético y la capacidad de producir ahorros. El vehículo eléctrico, la sensorización, el Big Data, las plataformas de gestión son conceptos que ya inciden forma directa en el cambio.
La tecnología es una herramienta muy necesaria en nuestros hábitos personales y profesionales, y esto es percibido por el mercado de la movilidad. Es conocido que el concepto Smart City nos acerca a una nueva forma de relación con la sociedad con la tecnología como medio. Esto ha sido claramente entendido por las compañías eléctricas. Ya buscan un nuevo enfoque al entender el vehículo como una batería móvil, establecen aliados institucionales y fabricantes para el desarrollo de puntos de recarga ultrarrápida y buscan la optimización del vehículo con la interconexión con el usuario.
Posiblemente después del móvil el vehículo será el útil con mayor conectividad en los próximos años.
No sorprenderá si decimos que la ciudad se somete a un rápido cambio con las tendencias tecnológicas en movilidad, que inciden sobre el modelo urbano. Este cambio afecta al modelo predominante que está basado en el vehículo particular a motor (principalmente el coche). Se está en la obligación de combatir el uso del transporte privado, que genera un sinfín de problemas sociales y ambientales, así un elevado gasto energético.
En este último aspecto es donde toma interés la movilidad urbana sostenible de las ciudades, la cual debe disponer de forma obligada un análisis de la tecnología de una manera más concreta. No sólo debemos considerar el uso de la bicicleta o el transporte urbano como alternativa; es necesario conocer el alcance de la conectividad, la infraestructura de datos disponible, su capacidad de explotación y promover el uso de espacios, infraestructuras y modelos de negocios que posibiliten el desarrollo local, y a su vez, la contribución del uso de los vehículos.
Apoyando el intercambio de datos y promoviendo la confianza digital nos permitirá crear el desarrollo de comunidades digitales. Interrelacionando a ciudadanos y ciudades de una forma horizontal y posibilitando “mallas” o redes de movilidad se producirá una mejora responsable de la movilidad, tanto en el desplazamiento particular como de las empresas. El impacto del consumo energético de la movilidad en las ciudades debe ser algo más que la reducción o sustitución del uso del vehículo privado a motor y sí pensar en una movilidad conectada.
Francisco José Morcillo Balboa
Consultor y CEO MB3-GESTION