En una aportación anterior abordamos la necesidad de que nuestras empresas adaptasen sus estructuras y modelos de negocio a los nuevos desafíos de la Industria 4.0 y de la revolución digital. De la decidida toma en consideración de esta realidad por parte de las empresas dependerá, sin duda, su propia supervivencia y futuro desarrollo.

Dicha necesidad no debería en absoluto resultar ajena al sector educativo. De acuerdo con lo planteado en el Libro Blanco de Educación de CEOE, titulado ‘La educación importa: el libro blanco de los empresarios españoles’, las instituciones educativas deberán hacer frente a un entorno caracterizado por el ritmo acelerado de los cambios tecnológicos que afectan a la sociedad, a la economía y al empleo.

Considerando esta realidad, el sector educativo se está viendo abocado a realizar un esfuerzo de adaptación a dicho entorno en dos frentes: a nivel de contenidos (qué enseñamos) y a nivel de procesos (cómo enseñamos).

Juan Carlos Hernandez BuadesRespecto al primero, a las materias objeto del aprendizaje, habrá que tener en cuenta las necesidades reales de las empresas, cada vez más vinculadas al ámbito de lo tecnológico y lo digital. Según esto, las entidades educativas deberían orientar sus titulaciones cada vez más hacia ciclos y grados de carácter técnico para atender las necesidades de las empresas e incrementar el nivel de empleabilidad de los alumnos.

Con todo, siendo ello necesario, esta afirmación no debería representar en modo alguno el abandono, y mucho menos la desaparición de las titulaciones propias del campo del arte y de las humanidades. Y ello no sólo por su propia relevancia, o por la función que desarrollan en su campo específico, sino por ser éstas cada vez más consideradas en ciertas empresas que buscan directivos con altas dosis de creatividad, empatía y capacidad crítica.

En lo que respecta a los procesos, las entidades educativas deberán realizar un esfuerzo de modernización en los métodos de enseñanza y aprendizaje mediante el aprovechamiento de las nuevas tecnologías. Como resultado de este esfuerzo, que está siendo efectivo por parte de cada vez un mayor número de centros, muchas aulas escolares y universitarias se están dotando de pizarras digitales y de dispositivos electrónicos que permiten a los alumnos interactuar con el profesor y acceder de forma instantánea y directa a las fuentes de la información. Esta proliferación de las nuevas tecnologías en el ámbito educativo está significando un cambio radical en la forma de acceder a la información, conocer la realidad, interactuar y comprender el mundo por parte de docentes, investigadores y alumnos.

Sin duda, nuestras entidades educativas no pueden permanecer al margen de este proceso de transformación digital, ni de los nuevos modelos de enseñanza virtual, so pena de perder calidad, competitividad y de incumplir las expectativas de los alumnos, verdaderos nativos digitales. La facilidad de acceso y la inmediatez que la formación semipresencial y online imprime al proceso de aprendizaje es cada vez más valorada por estos alumnos, que buscan flexibilidad y disponibilidad inmediata de acceso a las fuentes de información.

Del mismo modo, para adaptarse a estas demandas, los centros (colegios, centros de formación profesional y universidades) deberán disponer de sistemas de interacción móvil con sus alumnos que proporcionen inmediatez de respuesta; de capacidad de almacenar y analizar toda la información relativa a la actividad de sus alumnos en un entorno multicanal; y de una adecuada presencia en las redes sociales y en el entorno web.

Los tiempos están cambiando a una velocidad de vértigo. Las instituciones educativas deben subirse al tren de la era de la tecnología y de la información dotándose de recursos tecnológicos de vanguardia que optimicen los procesos de enseñanza y aprendizaje, respondiendo a sus nuevas expectativas y necesidades en un entorno digital y adaptando las titulaciones ofertadas a las nuevas profesiones que están surgiendo y que surgirán en el futuro, a raíz de dichos cambios, con la finalidad de acercar la educación a las necesidades de las empresas y a las demandas del mercado. Todo ello, sin olvidar que la misión de la universidad no es sólo formar buenos profesionales, sino excelentes personas.

 

Juan Carlos Hernández Buades

Director General de CEU Andalucía

Presidente de la European Quality Assurance Forum

y Consejero de EURASHE