Salvaguardar el poder adquisitivo de los trabajadores andaluces es una de las máximas obligaciones de nuestro sindicato. Para ello, no se ha inventado mejor fórmula que la cláusula de revisión salarial.

A una organización cuya razón de ser es la defensa de los trabajadores y que mantiene una clara apuesta por las políticas públicas sustentadoras del Estado del Bienestar, nadie puede acusarla de ser seguidora de Adam Smith, padre de los neoliberales.

carmen CastillaEn cambio, es curioso que sus descendientes, FMI, BCE y los economistas de las principales instituciones monetarias, desoigan a su maestro cuando afirmó que “no puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados”. En Andalucía, más del 40% de sus ciudadanos viven por debajo del umbral de la pobreza.

La reforma laboral y un concienzudo plan de precarización de la clase trabajadora han provocado una pérdida de poder adquisitivo y de calidad de vida sin parangón en la historia de nuestra economía, ni tan siquiera en otras crisis que, a priori, parecían más dramáticas que la iniciada con la caída del sistema financiero y la explosión de la burbuja inmobiliaria.

Desoyendo nuestros consejos y obedeciendo, ciegamente, los mandatos de los lobbies económicos, la derecha española no dudó en destruir un modelo de determinación salarial que había funcionado durante décadas para sustituirlo por otro basado en indicadores como la productividad o el crecimiento económico, y que en nada valoran la repercusión sobre la capacidad de compra del colectivo más amplio de la sociedad: los trabajadores.

Por tanto, resulta prioritario retomar el antiguo modelo, el basado en la estimación oficial de inflación, en incrementos salariales por reales e, irrenunciablemente, en la inclusión de cláusulas de revisión salarial.

Pero, para que la cláusula sea efectiva, debe cumplir con unos requisitos esenciales: no estar sujeta a ninguna limitación, ser retroactiva y estar redactada de forma simple y sin ambigüedades. Sólo así aseguraremos el poder adquisitivo de los trabajadores.

Casi la mitad de los asalariados andaluces perciben ingresos inferiores al SMI; la retribución media de nuestros jóvenes no supera los 300 euros mensuales; y las discriminaciones laborales tiñen de injusticia el trabajo de las mujeres y los trabajadores inmigrantes.

La reforma laboral ha propiciado la aparición del “trabajador pobre”, destruido las reglas del juego y dejado sin efecto la negociación colectiva.

Frente a esta economía “de derechas”, UGT-A apuesta por dotar de contenido las mesas de negociación y la negociación colectiva; iniciar un proceso de mejora salarial que facilite, por vía del consumo, una más rápida recuperación económica y por lograr un reparto más justo de la riqueza generada, incrementando el peso relativo de la retribución de los trabajadores en el PIB y que erradique nuestra vergonzosa tasa de pobreza.

El salario constituye, en la inmensa mayoría de los casos, nuestra única fuente de ingresos. Asegurar el mantenimiento de su poder de compra, así como evitar la aparición de discriminaciones salariales, es una de las principales tareas a las que dedicamos nuestra acción sindical diaria, aquella que realizamos los ugetistas en nuestros puestos de trabajo y la que, a pesar de las trabas, intentamos poner en valor cuando nos sentamos a una mesa de negociación. Salario es dignidad.

 

Carmen Castilla

Secretaria General de UGT-A

@mc_castilla