El año 2017 ha terminado algo mejor de lo que se esperaba cuando comenzó, con un ritmo de crecimiento algo más dinámico y generalizado -entre áreas mundiales-, niveles de inflación contenidos y una política monetaria todavía laxa, pero en un proceso de normalización suave y dentro de lo esperado.

Grafico3En línea con la mejora de la coyuntura macroeconómica en los últimos meses, las proyecciones más recientes de la OCDE y el Banco Central Europeo (BCE) esperan que este contexto favorable se prolongue en los próximos trimestres, estimando que los riesgos de que la evolución económica sea mejor o peor de lo previsto se encuentran globalmente equilibrados.

Sin duda, algunas de las incertidumbres que enturbiaban el escenario de la actividad económica en los albores de 2017 se han ido despejando, como la relativa a la política fiscal de EE. UU. (ya aprobada) y la negociación del Brexit (con un calendario acordado de transición de, al menos, tres años). Otras, como las tensiones geopolíticas (por ejemplo, con Corea), los efectos del ajuste económico de China y las relacionadas con las dificultades de adaptación al cambio de las condiciones financieras mundiales (mayor aversión al riesgo) persisten en el horizonte del corto-medio plazo. No obstante, la posibilidad de una disminución de la incertidumbre y el restablecimiento de la confianza en las grandes áreas, también podrían contribuir a un mayor ritmo de la actividad del previsto y, por tanto, a un avance más sólido del PIB mundial.

Grafico2En este escenario de moderado optimismo, las estimaciones aproximan una senda de aceleración de la actividad global, que podría cerrar 2017 con un crecimiento del 3,6% (en torno a medio punto más que en 2016). Este mayor dinamismo se ha percibido tanto en las economías avanzadas como en las emergentes, siendo especialmente visible en el grupo de países de la OCDE, que habrían intensificado su ritmo de avance hasta el 2,4% en 2017, frente al 1,8% del año anterior, al igual que en la Zona Euro, donde la variación del PIB ha sido positiva en todos los países y menos heterogénea que en los años previos. En este contexto, 2018 se encara con las perspectivas de un crecimiento global más sólido y estable, que podría acelerarse alguna décima, hasta una tasa del 3,7%, gracias a la recuperación de grandes economías emergentes (Brasil, Argentina y Rusia).

En el ámbito de la economía española, el balance del pasado año también ha sido mejor de lo esperado, ya que la ralentización que se pronosticaba a principios de 2017 ha sido bastante más modesta de lo que se preveía, con un crecimiento estimado del 3,1% frente al 3,3% de 2016. Este freno en un par de décimas ha sido consecuencia de la pérdida de dinamismo de la fase de expansión y por los efectos adversos sobre las decisiones de gasto de los agentes en el último trimestre, causados por la incertidumbre política en Cataluña. Aunque se habrían visto casi compensados por la mejora del contexto económico exterior y, en particular, por el empuje de la Zona Euro.

Grafico1Las perspectivas para España y Andalucía presentan un cariz positivo, a juzgar por las proyecciones más recientes efectuadas por organismos internacionales y nacionales (el Gobierno de España e institutos de análisis privados). En concreto, para 2018 y 2019, el Banco de España prevé una desaceleración del PIB, con tasas del 2,4% y del 2,1%, respectivamente, manteniéndose en 2020 el crecimiento en el 2,1%. Existe un elevado consenso entre los expertos en señalar que la inercia de las políticas económicas comienza a perder fuerza, esperándose que proporcionen un menor soporte a la actividad, ya que la política fiscal mantendrá una orientación neutral, mientras el efecto adicional de la política monetaria sobre las condiciones de financiación de los distintos agentes, que ya han alcanzado un elevado grado de holgura, será más moderado.

La prolongación de la fase expansiva de la economía española continuará apoyada en el dinamismo de la demanda nacional, si bien se espera que la aportación del sector exterior al crecimiento del PIB seguirá siendo positiva. Dentro de los componentes de la demanda doméstica, se espera un freno en el ritmo de expansión del consumo privado para el próximo año respecto a 2017 (2,4%), hasta el 1,9% en 2018. Por su parte, la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) prolongará la senda expansiva durante el periodo de proyección, si bien también podría sufrir un ligero freno en 2018. En términos similares, proseguirá la creación de empleo a lo largo del horizonte de proyección gracias a la flexión a la baja en los costes laborales unitarios, pero con incrementos más modestos en la población ocupada. Esta trayectoria posibilitaría la reducción de la tasa de paro, que podría situarse en 2020 por debajo del 12%.

Grafico4Las previsiones para Andalucía, al igual que las españolas, mantienen una tendencia bastante positiva, si bien tampoco están exentas de incertidumbres, entre ellas algunas internas como la situación en Cataluña. Así, tras cerrar el año 2017 con un avance del PIB cercano al 3%, para 2018 se anticipa una ralentización en el dinamismo de la actividad productiva, que se traducirá en un ligero freno de la producción.

En este sentido, las estimaciones de Analistas Económicos de Andalucía anticipan que el crecimiento del PIB en Andalucía en el conjunto de 2018 podría situarse en torno al 2,5%, una tasa muy similar a la que se espera para el conjunto de España, y sería el resultado de la menor aportación de la demanda exterior que reflejan los últimos datos publicados. Asimismo, la tasa de aumento del gasto en consumo podría moderarse levemente, en tanto que la inversión puede crecer a un ritmo similar al de 2017.

Desde el lado de la oferta productiva, la evolución reciente de la coyuntura augura un crecimiento generalizado, más intenso en el caso de la construcción (3,5%) y en el entorno de la media en la industria y los servicios (aproximadamente del 2,5% en ambos sectores). Por el lado del mercado de trabajo, se prevé una ralentización en la creación de empleo, estimándose un aumento del número de ocupados del 2,5% respecto al promedio de 2017. Con una perspectiva temporal más amplia, el ascenso en la población ocupada hará que el empleo en Andalucía supere la cota de los tres millones de personas, un nivel que no se alcanzaba en una década, aunque aún faltarán 200.000 ocupados para retornar a niveles de 2006, antes de la crisis. Además, posibilitará un descenso en el número de parados cercano al 8%, de forma que la tasa de paro rondará el 24%, dos puntos por debajo de la registrada en 2017.

 

Esperanza Nieto Lobo

Analistas Económicos de Andalucía

www.economiaandaluza.es

 

Artículo incluido en el Anuario empresarial y económico de Agenda de la Empresa. Enero 2018