El Chief Investment Office de UBS ha publicado su documento de perspectivas Year Ahead, en el que analiza el panorama económico, político y financiero de 2018. Aunque prevemos una continuación del ciclo y retornos positivos en las acciones globales, creemos que 2018 estará caracterizado por un cambio gradual del entorno de inversión. El mensaje fundamental es la prolongación del ciclo hasta el final de la década, con un crecimiento global en los dos próximos años estable alrededor del 3,8% registrado en 2017. La leve desaceleración en China y la Zona Euro sería compensada por el impulso de India y Brasil, en tanto que la rebaja de impuestos permitiría a EE. UU. seguir algo por encima del 2%.

UBSLa Zona Euro seguirá en una dinámica favorable, creciendo por encima de su magro potencial, aunque desacelerándose gradualmente hacia el 1,7% en 2019. España irá convergiendo hacia la media europea conforme amainan los vientos de cola y se sufra el lastre de la incertidumbre política y prevemos que crezca cerca del 2,5% en 2018 y del 2,0% en 2019. La pregunta más importante para los mercados es cuánto le queda a este largo ciclo. Históricamente, las recesiones han venido provocadas por uno o más de los siguientes factores: shocks de precios del petróleo, un excesivo endurecimiento de la política monetaria, contracciones severas del gasto público o crisis financieras o de crédito. A día de hoy, no parece que ninguno de estos factores vaya a materializarse en 2018 y hay pocos síntomas de una recesión inminente.

Una de las características más notables de este ciclo, y una de las claves de su longevidad, es la persistencia de una inflación baja. Los precios seguirán contenidos gracias al potente efecto de la globalización y la revolución tecnológica. La inflación a duras penas superará el objetivo de la Fed en 2019 y seguirá algo por debajo del 2% en la Zona Euro, dando mucho tiempo a los bancos centrales para normalizar sus políticas. Aun así, ya ha arrancado el desmantelamiento gradual de la expansión cuantitativa, lo que irá cambiando el entorno financiero. La consecuencia previsible es que las curvas de tipos se eleven moderadamente sin apenas impactar en la economía, la financiación empresarial, las valoraciones de las acciones o en los mercados inmobiliarios, pero sí erosionando los retornos de los bonos.

El ritmo de subidas de los tipos oficiales seguirá siendo cauto y lento. Prevemos que la Fed solo subirá cinco cuartillos entre 2018 y 2019, cuando alcanzaría el 2,5%. El BCE esperará a la segunda mitad de 2019 para volver al 0,0%, pero las subidas continuadas no llegarían hasta 2020, siempre que el ciclo aguante. En ausencia de graves tensiones geopolíticas, las acciones globales deberían de seguir impulsadas por el robusto aumento de los beneficios empresariales y la entrada de fondos que huyen de los pobres retornos de la Renta Fija.

Por eso, seguimos prefiriendo ser accionistas que bonistas y recomendamos dedicar la mayor parte del presupuesto de riesgo a la Renta Variable, donde esperamos un mejor comportamiento de las bolsas de la Zona Euro y de los negocios con mayor crecimiento a largo plazo al beneficiarse del desarrollo de los países emergentes, el envejecimiento de la población y la revolución tecnológica. Además, conviene tener presente que los niveles de volatilidad anormalmente bajos podrían tocar a su fin como consecuencia del endurecimiento monetario, cambios políticos, disrupción tecnológica o problemas de sostenibilidad.

 

Roberto Scholtes Ruiz

Chief Investment Officer Spain UBS

 

Artículo incluido en el Anuario empresarial y económico de Agenda de la Empresa. Enero 2018